Acabó suplicando el Atlético que el VAR no interviniera en una jugada de Koke, que podría haber sido penalti por una indecisón previa de Oblak. Al final el equipo de Simeone, agotado por el esfuerzo físico desplegado para ganar el Barça, se ha complicado la vida con su empate ante el Lokomotiv de Moscú, que llena de más problemas su pase a los octavos de final de la Champions.

Mandó el Atlético, gobernando el partido a su antojo, con insultante autoridad. Tuvo al equipo ruso en sus manos, pero se estrelló ante un par de asuntos que se le hicieron realmente irresolubles. El primero fue su falta de puntería. Tiró 11 veces, pero solo acertó tres en la portería moscovita. Ahí topó entonces con Guilherme, el eficaz guardameta brasileño. Percutió el equipo de Simeone casi siempre por la derecha. Todo tenía buena pinta, aunque se complicó tras el descanso.

A Simeone, además, se le complicó el partido antes de empezar porque no pudo ni alinear a Diego Costa. Los médicos del Atlético informaron al técnico deque el delantero padece “una trombosis venosa”, que le puede tener un mes de baja, como mínimo..

A medida que pasaban los minutos más se iba angustiando el Atlético, con un Joao Félix enredado en acciones efectistas, pero sin peligro alguno. Simeone se desesperaba porque su equipo dejó de emitir las señales positivas del primer tiempo y hasta terminó tiritando con esa acción de Koke que el árbitro esloveno no vio. Ni tampoco el VAR. A sufrir le toca al Atlético.