Desde el Mirador de Ézaro se ve buena parte de la Costa da Morte. Se ve también a un río que desemboca en una cascada y a un ciclista llamado Primoz Roglic, con una cabeza más dura que las rocas que resisten la furia del Atlántico. Cualquier otro “nunca máis habría sido capaz de volver a vencer en una contrarreloj tras el desastre del Tour ante Tadej Pogacar. Y él, en cambio, no solo triunfa en la crono de la Vuelta, no solo se exhibe ante los rivales, sino que da un paso adelante para ganar la carrera.

Roglic es el presente del ciclismo. Es el corredor meticuloso y calculador, el que se concentra al máximo, el que solo se preocupa de sí mismo, el que anima al equipo más potente, y el que ayer sabía que no hacía falta salir como un loco en la contrarreloj de la Vuelta. Era más importante regular que exprimirse al inicio como un limón y que lo importante era llegar a la escalera de Ézaro vivo, entero y sobre todo fresco para azotar al resto de rivales; a un Richard Carapaz que le entregó el jersey rojo; a un Hugh Carthy que está dispuesto a seguir la racha del Tour y del Giro para ser el corredor sorpresa que gana la carrera; a un Dan Martin que subió a Ézaro sin pena ni gloria, y a Enric Mas, quien según sus palabras, hizo “un desastre de contrarreloj”. No hay más preguntas, señoría.

No tuvo tiempo ni de mirar las olas, ni los paisajes de ensueño, ni los hórreos, ni siquiera la ropa colgada por los vecinos aprovechando la llegada de un día con sol en pleno otoño. Roglic fue a lo suyo. Y lo suyo no era otra cosa que empezar a ganar la Vuelta, a olvidar el azote del Tour, porque es muy duro perder el jersey amarillo y una carrera que creías tener amarrada a un solo día de París. Otros no solo se habrían hundido, sino que a lo mejor, hasta hubieran iniciado el declive como corredor. “Aquí, de lo que se trata, es ganar la batalla contra tí mismo, cuando no consigues los objetivos que buscabas. Yo solo puedo tener influencia sobre mí mismo ya que no puedo hacer nada sobre lo que hagan mis rivales”. En Francia no pudo hacer nada ante Pogacar. Pero lejos de hundirse, aquí lo tenemos, aquí está, en la Vuelta, peleando cada día no solo por lograr la victoria en Madrid, sino por conseguir etapas. Ya lleva cuatro en una carrera que sigue viva, competitivamente, y contra obstáculos como el estado de alarma, el paso por territorios cerrados, pero venciendo a los análisis. De nuevo, ayer, antes de la exhibición de Roglic, todos las PCR salieron negativas para ver, por fin y en el horizonte, la imagen de la estatua de la Cibeles madrileña.

“Llevaba un tiempo sin ganar una contrarreloj. No solo me he sentido muy fuerte, sino que he notado muy buenas sensaciones. Sé que 39 segundos (los que aventaja a Carapaz) no son una renta extraordinaria, pero prefiero tenerlos a favor que en contra”, defendió el líder de una Vuelta que entra en su recta final con el agua hirviendo.

Rompepiernas

Lejos de poder tomarse un respiro, los supervivientes de la 75 Vuelta a España afrontarán hoy un recorrido típico rompepiernas de las carreteras gallegas, adecuado para las emboscadas, si hay algún equipo que esté por la labor de no dar respiro o para que la escapada del día pueda tener opciones de llegar con final exigente. A todo ello se unirá que es la segunda etapa más larga de esta edición de diamantes, con más de 200 kilómetros, y un puerto de 3ª, suave con casi 8 kilómetros de ascensión que puede terminar de romper el pelotón.

La decimocuarta etapa unirá las ciudades de Lugo y Ourense, con 204,7 kilómetros de recorrido, para finalizar con unos últimos 800 metros en una llegada con un desnivel medio del 5,6 %. Con esa rampa final habrá que estar atentos porque la etapa no tiene catalogación de llegada en esprint masivo. Los jueces podrán marcar diferencias en los huecos entre ciclistas que superen el segundo de diferencia.

“Seguiré luchando hasta el domingo”

El ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos) perdió el maillot rojo de líder ante el esloveno Primoz Roglic en la contrarreloj de Ézaro, pero no la moral, pues acabó “contento con el resultado” y dispuesto a perseguir su objetivo de ganar la Vuelta a España. Aunque perdió 49 segundos en la meta con el ganador de la etapa y líder Primoz Roglic, el ecuatoriano, desde la segunda plaza de la general, a 39 segundos, se mostró optimista. “Ha sido una contrarreloj muy dura, pero estoy muy contento con el resultado, hemos venido a ganar la Vuelta y sigue siendo el objetivo”, aseguró.

El ciclista carchense no se rinde y piensa que hasta el domingo quedan etapas que pueden resultar decisivas. “Creo que la Vuelta sigue abierta, hay muchas posibilidades, va a haber muchos días muy duros, donde todo puede cambiar. Seguiré luchando hasta el domingo”, afirmó.