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Luis Martínez Salgado fallece a los 93 años

Fundador de Galicia Social, ejerció además durante décadas como cronista del deporte de la ciudad

Luis Martínez Salgado. Rafa Estévez

Ha fallecido Luis Martínez Salgado; Lulo para sus íntimos, Marsal para el siglo. Hubiera cumplido mañana 94 años. Se distinguió como vigués durante décadas, mucho antes de que el Concello lo confirmase en 2002 como distinguido. Promotor deportivo, animador cultural, personaje imprescindible en el paisaje olívico, la intensa luz de Martínez Salgado, atenuada solo en el ocaso, acabó por extinguirse ayer en la residencia en la que había vivido en los últimos años. Sobrevive indeleble su legado.

Luis Martínez Salgado en su domicilio de Praza de América en 2006 Jesús de Arcos

Martínez Salgado se volcó con la comunidad desde sus tiempos mozos, cuando presidió a los Jóvenes de Acción Católica. Y esa vocación jamás desapareció a lo largo de su fructífera existencia. En Lulo se combinaba lo aparentemente contradictorio: soltero paternal con todos, tan austero consigo mismo como generoso con el prójimo, de tierna seriedad.

Ya en 1968 fundó la Agrupación Galicia Social, entidad de amplio ramaje, con su núcleo asentado en As Travesas: editora de una revista, sostén de una rondalla y un grupo teatral, organizadora de festivales… Sobre todo, en intensidad y continuidad, club de balonmano. En el Galicia Social se han formado innumerables generaciones. Ahora, tras años de repliegue por cuestiones financieras, el Galicia Social se ha volcado con el balonmano femenino. “La continuidad del club me enorgullece. Hay futuro”, afirmaba en 2017, cuando recibió en su residencia la visita de la directiva.

Luis Martínez. Presidente de la Agrupación Cultura y Deportiva Galicia Social de Vigo en 2001

Martínez Salgado, que trabajó para una gestoría y para la Caja de Ahorros de Vigo entre otros oficios, solo abandonó su piso de Praza América, centro de mando, tras el fallecimiento de la hermana que había sido su permanente compañera. Solo entonces comenzó a sentirse vencido por el tiempo. Porque ya se había adentrado en los setenta cuando se empeñó en conocer los misteriores del ordenador y el correo electrónico, que fueron las herramientas en sus últimas crónicas.

La pasión periodística, entendida como relato de la ciudad que amaba, completa el retrato. Recordaba Fernando Franco recientemente sus viajes al puerto, a contar los motoveleros que descargaban arena procedente de Marín, cuyo número consignaba para La Noche. Pero fueron las páginas de FARO donde se cobijó durante cinco décadas, uno y múltiple a través de sus diversas firmas: Martínez Salgado para el fútbol modesto, Marsal para el balonmano, cuyas glorias y miserias relató desde el Vulcano al Octavio. Páginas que la hemeroteca conservará eternamente como su propio recuerdo.

Miembros de la directiva de la entidad Galicia social, durante su visita al fundador de la institucion, Luis Martínez salgado, tambien conocido como Lulo o Marsan

Ha fallecido Luis Martínez Salgado; Lulo para sus íntimos, Marsal para el siglo. Hubiera cumplido mañana 94 años. Se distinguió como vigués durante décadas, mucho antes de que el Concello lo confirmase en 2002 como distinguido. Promotor deportivo, animador cultural, personaje imprescindible en el paisaje olívico, el fulgor de Martínez Salgado, atenuado solo en el ocaso, acabó por extinguirse ayer en la residencia en la que había vivido en los últimos años. Sobrevive indeleble su legado.

Martínez Salgado se volcó con la comunidad desde sus tiempos mozos, cuando presidió a los Jóvenes de Acción Católica. Y esa vocación jamás desapareció a lo largo de su fructífera existencia. En Lulo se combinaba lo aparentemente contradictorio: soltero paternal con todos, tan austero consigo mismo como generoso con el prójimo, de tierna seriedad.

Ya en 1968 fundó la Agrupación Galicia Social, entidad de amplio ramaje, con su núcleo asentado en As Travesas: editora de una revista, sostén de una rondalla y un grupo teatral, organizadora de festivales… Sobre todo, en intensidad y continuidad, club de balonmano. En el Galicia Social se han formado innumerables generaciones. Ahora, tras una etapa de repliegue por cuestiones financieras, el Galicia Social se ha volcado con el balonmano femenino. “La continuidad del club me enorgullece. Hay futuro”, afirmaba en 2017, cuando recibió en su residencia la visita de la directiva.

Martínez Salgado, que trabajó para una gestoría y para la Caja de Ahorros de Vigo entre otros oficios, solo abandonó su piso de Praza América, centro de mando, tras el fallecimiento de la hermana que había sido su permanente compañera. Solo entonces comenzó a sentirse vencido por el tiempo. Y solo entonces jubiló su teclado.

La pasión periodística, entendida como relato de la ciudad que amaba, completa el retrato. Recordaba Fernando Franco recientemente sus viajes al puerto, a contar los motoveleros que descargaban arena procedente de Marín, cuyo número consignaba para La Noche. Colaboró en numerosos medios. Pero fueron las páginas de Faro donde se cobijó durante cinco décadas, uno y múltiple a través de sus diversas firmas: Martínez Salgado para el fútbol modesto, Marsal para el balonmano, cuyas glorias y miserias relató desde el Vulcano al Octavio. Páginas que la hemeroteca conservará eternamente igual que su propio recuerdo.

“Un enamorado y defensor del balonmano”

Bruno López

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“La pérdida de Luis Martínez supone un duro golpe para el balonmano gallego y para su historia”, valora el presidente de la Federación Galega de Balonmán, Bruno López. “Ha recibido una de las insignias de oro de la federación de la mano de Ramiro Losada, ha impulsado el balonmano de base cuando aún se jugaba con 11 jugadores, ha escrito innumerables líneas en el Pueblo Gallego y en el Faro de Vigo sobre nuestro deporte, ha fomentado los torneos de verano de base y ha sido uno de los grandes promotores del balonmano en la ciudad de Vigo. La Federación Galega de Balonmán y el balonmano gallego lloran la pérdida de un gran enamorado e impulsor de nuestro deporte”.

Las lecciones de Luis

Benigno de la Torre

 

La vida de Luis Martínez Salgado se apagó, pero su luz sigue brillando con la misma fuerza con la que se empleó cada día para ayudar a los demás desde su sempiterna serenidad. Bien desde su trabajo en la Caja de Ahorros; bien desde su labor voluntaria de asistencia a los más necesitados al frente de Galicia Social, donde además contribuyó a crear un refugio para su otra gran familia, la del deporte; o bien desde la impagable labor informativa que desarrolló a lo largo de décadas en estas páginas de FARO, tribuna desde la que como colaborador difundió la mejor historia del balonmano gallego y de la que podía presumir ser su mejor bibliotecario.

Ni el paso de los años ni los cambios en los medios de comunicación doblegaron su afán por hacer lo que hacen los grandes periodistas: contar cosas. Esa pasión le permitió, pese a esas significativas alteraciones de fin de siglo en el mundo de la difusión, convertir al deporte de su vida en uno de los más representativos del sur de su querida Galicia. Pero Lulo, como también era conocido Luis, tuvo tiempo para dar a todos los jóvenes periodistas de esta ciudad muchas lecciones y una de ellas no estaría de más que se supiera hoy. Quizás sucedió al poco de que estrenáramos este siglo, cuando él ya pasaba de los setenta, camino probablemente de los ochenta. En todo caso, cuando ya superaba el medio siglo dedicado al mundo de la comunicación. Un día de aquellos decidió modificar el despacho en su piso de Praza América para adaptarlo a los nuevos tiempos y jubiló el fax, y la máquina de escribir, y le hizo un hueco al ordenador, y al correo electrónico. Su empeño y su compromiso por seguir transmitiendo a la audiencia lo que pasaba en las canchas de la ciudad no lo iban a parar las nuevas tecnologías por muy complicadas que fueran de entender. Y pidió ayuda para comprenderlas. Y las comprendió. Y se familiarizó con ellas para seguir haciendo lo que tanto le apasionaba: contar cosas… de su Gran Peña, de su Galicia Social y, claro, de su balonmano. Contar cosas como hacen los grandes, superando todos los obstáculos. Ese solo fue uno de los grandes ejemplos que nos dejó a lo largo de su vida Marsal, Lulo, Luis…

Benigno de la Torre

El brillo de las distinciones y la humildad del carácter

Ramiro Losada Bastos*

 

Luis Martínez Salgado, nuestro Marsal, se ha marchado con la discreción y humildad que caracterizaron toda su vida. Lo mismo hizo en su día con su despedida del balonmano activo, cuando informaba y creaba afición desde las páginas de Faro y otros medios o regía con entusiasmo el club Galicia Social de sus amores. Los que tuvimos el honor de conocerlo y de tratarlo sabemos muy bien de su bonhomía para con los amigos y de su lealtad a todo en lo que creía. Ni un mal gesto ni un desaire ni una maledicencia en su haber durante su dilatada andadura como colaborador de prensa y radio o dirigente deportivo. Un ejemplo a resaltar en unos tiempos tan convulsos como los actuales en que ciertos valores hacen agua por todas partes.

Sería muy extenso glosar todo lo que el balonmano –a nivel vigués, provincial y gallego– debe a Salgado. Quizá no le hubiese gustado que se expusieran en público estos méritos, dada su más que probada discreción. Pero no está de más mencionar algunas de las distinciones –muy a su pesar– que avalaron su trayectoria única en un tiempo también único para el balonmano: Vigués Distinguido, insignia de oro de la RFEBM, medalla de oro de la Federación Gallega y un sinfín de reconocimientos no solo en el mundo del deporte (el fútbol también fue una de sus pasiones), sino en el ámbito cultural, ya que Galicia Social era una entidad socio-cultural que también cultivó y promocionó el teatro, la zarzuela, el ballet, la música popular...

En las periódicas visitas que Fernando Ruano y yo le hacíamos a la residencia donde pasó sus últimos años –tras aguardar a que terminase de rezar el Santo Rosario que tan fervorosamente dirigía ante el grupo de devotos a la Virgen del Carmen–, ya con su cabeza anclada en tiempos pretéritos, Salgado sonreía cuando rememorábamos aquellos torneos veraniegos del Hermano Miguel (Maristas), en los campos de Leri, en el colegio Losada... dedicados a la cantera (el futuro del balonmano, como él repetía hasta la saciedad). Luego, preguntaba por unos y por otros, algunos ya fallecidos pero vivos en su mente, por la marcha de los equipos... Y se reafirmaba una y otra vez en lo feliz que era, lo contento que estaba en la residencia, los cuidados que recibía, lo agradecido que estaba a la vida. Añoraba pocas cosas del exterior porque todo permanecía vívido para él, como si el tiempo se hubiese detenido y solo perdurasen las cosas buenas y que le hacían sentirse bien. La última vez que gozamos de su compañía Ruano y yo –la pasada Navidad– se despidió con un “me voy a mi habitación, que tengo que mandar a FARO la crónica del partido del Gran Peña”. Grande Lulo.

Que el manto de la Virgen del Carmen que tanto veneraba acoja su alma y su espíritu siga inspirándonos la bondad que proyectó en su vida.

Ramiro Losada. *Expresidente de la Federación Galega de Balonmán

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