Después de los reproches a la Generalitat, Josep Maria Bartomeu soltó una bomba en el discurso de su dimisión que tuvo más efectos fuera del mundo barcelonista. No tanto por la dimensión del proyecto de la Superliga, que la tendrá, aunque sea solo un proyecto, sino por desvelar un secreto que se cocía con discreción.

La Superliga europea se está gestando a espaldas de la UEFA y cuenta con la oposición de todo el establisment futbolístico; instituciones, federaciones y los clubs que quedarían excluídos de este torneo elitista semejante a la Euroliga de baloncesto.

Se trata, la Superliga (European Premier sería el nombre que recibiría), de una competición cerrada a 16 o 18 clubs, los más grandes y más famosos de Europa –o sea, de Inglaterra, Italia, Alemania, Francia y España–, que jugarían una competición de ida y vuelta. No está decidido el número de participantes, la identidad de posibles invitados –se discute si quedarían fuera nombres ilustres como el Benfica, el Ajax y otros campeones– y si habría algún mecanismo para cambiar, por ejemplo, al último de cada edición.

El torneo lo financiría el banco estadounidense JP Morgan que garantiza suculentos premios económicos, que es el gran aliciente. El presupuesto es de 5.000 millones de euros. La Champions repartió más de 2.000, pero entre los 32 clubs de la fase de grupos.

Cuadra, por tanto, con el argumento que resaltó Bartomeu al dar la noticia “que cambiará, de forma extraordinaria, las perspectivas de ingresos de los próximos años”: la aceptación del Barça de los “requerimientos” para participar en la futura Superliga. Requerimientos que dejaba a modo de testamento para la siguiente junta y que deberían ser aprobados por la Asamblea de Compromisarios. De paso, añadió Bartomeu, habían aceptado el formato del Mundial de Clubs, pero es una simple ampliación a 24 participantes y una competición legal: la organiza la FIFA.

Los clubs seguirían participando en sus campeonatos nacionales, pero abandonarían los internacionales. La UEFA se opone “firmemente” a la Superliga al considerar que “los principios de solidaridad, promoción, descenso y ligas abiertas no son negociables”.

El ente europeo se vio impelido a reaccionar por las repercusiones provocadas por Bartomeu. Su apuesta es la Champions League. “La UEFA y sus clubs están comprometidos a construir sobre esa fuerza, no a destruir para crear una Superliga de 10 o 12 incluso 24 clubes que inevitablemente se convertiría en aburrida”, dijo un portavoz.

Luis Rubiales y Javier Tebas, presidentes de la Federación y la Liga, se pusieron de acuerdo para censurar a Bartomeu. Para Rubiales, la Champions es «la mejor competición del mundo» y, tras 60 años, “conjuga historia con modernidad”. Tebas, velando por su negocio, dijo que la Superliga es una competición “fantasma que sería la ruina” para el Barça y que Bartomeu “ratificó su ignorancia en la industria del fútbol”.