Día de aventuras

Hasta que no se ve un esprint en directo no se puede apreciar la tremenda velocidad que pilla un pelotón que se alarga más de 100 metros. En la meta de Ejea de los Caballeros apenas había cuatro espectadores. Tampoco se producían empujones, ni gritos entre el inexistente público para poder colocar la cabeza. Los ciclistas aparecían tras una rotonda, que asomaba sobre la meta aragonesa. Se observaba la moto que precedía a los corredores y, a continuación, lo que siempre se ha venido a llamar como una serpiente multicolor que se mueve a velocidad de vértigo, a más de 60 por hora, con la prohibición de frenar o mirar atrás porque entraña un peligro múltiple.

Van lanzados y en el silencio de una meta aragonesa casi vacía se escucha el sonido del pedaleo y el ruido de las ruedas, más de 300 que ruedan al compás de los más veloces, de Sam Bennett, uno de los mejores del mundo, el que tiene que realizar una remontada final para ganar en Ejea con el tiempo suficiente de levantar un dedo para decirles a los demás que ha sido el mejor.

A Bennett se le recuerda en los Campos Elíseos. Allí este robusto irlandés ganó la última etapa del Tour. Su abuelo, con más de 90 años, quería viajar a la capital francesa porque el nieto le había prometido la victoria. Al final toda la familia le recomendó que se quedara en Dublín. “Él habría disfrutado viéndome en París, pero con el covid era mejor que se quedase en casa y no viajara. De hecho, lo vio mejor por tele. En directo solo habrían sido 10 segundos”.

En apenas 10 segundos recorre Bennett los últimos 200 metros de la etapa para demostrar que los esprints tienen cabida en una Vuelta cargada de montaña. Tanta que, si se ve obligada a cambiar una, como el Tourmalet, aunque sea insustituible, enseguida encuentra una alternativa, en este caso la de Formigal, mañana en el Pirineo oscense.

Pero es que a la vez hay que tener más moral que el Alcoyano para apuntarse a la Vuelta siendo un velocista, quizá junto al francés Arnaud Démare, que ha ganado cuatro etapas en el Giro, el mejor de forma en el pelotón mundial. Porque oportunidades lo que se dice oportunidades tendrán pocas, un par más a lo sumo, antes de la clásica llegada a Madrid. Y, por el camino, el velocista tendrá que comerse todas las montañas ubicadas en el norte de la Península Ibérica, para empezar hoy mismo por los alrededores de Sabiñánigo. Sin olvidar tampoco las temperaturas desagradables, frío y lluvia, propias del otoño de la zona norte de España. Por eso, Bennett no quiso desaprovechar la ocasión, no sea caso que se le indigeste alguna cumbre más de la cuenta y se tenga que retirar o una escapada le tumbe los planes con un esprint en el horizonte.

Fue el día para que los que van a pelear por la general se refugiaran atentos al viento tras la barrera de la Vuelta. Todos con las orejas tiesas por si el aire soplaba de costado y se liaba una batalla para tratar de cortar al pelotón en mil pedazos. Tras los tres días iniciales respiraron Primoz Roglic, Dan Martin, Richard Carapaz y Enric Mas, los cuatro primeros de la general. Solo vieron a lo lejos la imagen del Moncayo, aunque con su viento calmado.

La jornada discurrirá por Huesca con un itinerario de 184,4 kilómetros entre el Parque Tecnológico Walqa y Sabiñánigo en los que el pelotón afrontará la ascensión de tres puertos, no muy duros pero por carreteras estrechas y asfalto descarnado.