Primer partido de Champions en casa, primera victoria. Una de las tradiciones que no se ha perdido en el Barça, vigente desde tiempos inmemoriales, solo rota con un empate ante el Milan (2-2) en la edición 2011-12. Triunfo más terapéutico que brillante, luminoso en el marcador (5-1). La ternura del Ferencvaros impide anunciar la total recuperación futbolística del equipo tras la decepción de Getafe y la inminente llegada del Real Madrid. Y luego la visita a la Juventus a Turín, sin el expulsado Piqué.

Pero las señales emitidas pueden abonar la fe en la futura reconversión de este Barça. Le faltaba poderío ofensivo pese a la lujosa nómina de delanteros que posee, y se reencontró con el gol. Aunque fuera de penalti, otra vez, Messi volvió a sonreír, pese a ser el escudero de Ansu Fati, máximo realizador del equipo y autor de otro récord. Si era el más joven de la historia en marcar en la Champions, también lo es en sumar dos, desbancando a Bojan Krkic. Coutinho volvió a anotar con el Barça, y esta vez no necesitó echarse las manos a los oídos como en su despedida, con público, hace dos temporadas, y Pedri se estrenó.

La derrota de Getafe obligaba a introducir cambios para agitar el mortecino juego. Koeman señaló a Busquets en la sala de máquinas y Griezmann por su nula incidencia. Los sustitutos estaban cantados: Pjanic fue fichado para relevar al timonel y Trincao, como el otro día Pedri, está forzar el rendimiento digno de las estrellas. Renovar de verdad al Barça exige más cambios y más tiempo.

El inexperto Ferencvaros se llevó la goleada propia de quien regresa a la Champions 25 años después. Sinenfrentarse al Barça más temible ni sufrir la presión del bullicioso volcán que es el Camp Nou cuando silba el himno de la Champions. Solo uno de los jugadores del Ferencvaros, Zubkov, había disputado un partido (uno solo) de Champions. Sin que se contabilicen los partidos de las previas; hasta ocho, ha disputado el cuadro húngaro. Los demás debutaban.

Debutaban como Trincao, que no está para perder el tiempo, aunque tenga toda una vida por delante y está eximido de firmar gestas. Solo con que mejore a Griezmann es suficiente, por ahora. No era muy difícil. Le bastó con una muy buena primera parte. A la que perdió el miedo, una vez digerido el vértigo del acontecimiento. Trincao se atrevió en un par de coladas, aunque nunca alcanzara la línea de fondo para evitarse tener que centrar con la derecha, siendo zurdo cerrado como es.

La osadía del portugués llamó la atención de Messi. Como si sintiera rejuvenecer, pareció que el capitán se sentía cómodo con Trincao por la cuerda que le daba. Igual que Fati, cuyo descaro ya está contrastado. Ni titubeó cuando le cayó un balón precioso de De Jong por detrás de la defensa, aunque el remate era difícil para batir a un boquiabierto Dibusz.

Los sustos de Nguen, en una escapada en fuera de juego, y un tiro de Isael al travesaño fueron salvas de aviso bien interpretadas por el Barça. Piqué no se enteró del todo, porque Nguen le ganó otra vez la espalda y le expulsó del partido y de la cita de Turín. Araujo ocupará su puesto. Empezó a rodarse ayer.