Está claro que fue una victoria simbólica sobre la pandemia del Covid-19, pero esa vuelta al fútbol fue mucho más que un acto de amor a unos colores. Había ganas de fútbol, y nadie se quejó de las colas que se formaron para entrar al campo, y es que las medidas higiénico sanitarias para entrar fueron máximas. En primer lugar no se pusieron a la venta entradas al público, y los únicos que pudieron entrar fueron los socios con el carnet en vigor. Con la mascarilla cubriendo los rostros, fueron poco a poco llegando al campo. Se habilitó una única entrada en donde los voluntarios de Vodea le tomaban la temperatura a todo el mundo. Tras ese primer filtro, el segundo era lavarse las manos con gel hidroalcohólico, que más voluntarios suministraban sin parar.

Antes de entrar al campo, todos los asistentes debían entregar la hoja de trazabilidad que debieron descargarse de la web de club, en la que además de sus datos personales, por si aparece algún contagio y hacer el seguimiento oportuno, certificaban que no tenían síntomas y que no habían estado con algún enfermo. Tras pasar todos esos filtros tocaba entrar en el campo, y en más de un rostro se pudo ver el asombro por el aspecto que ofrecían las nuevas gradas que rodeaban el campo. De hecho, el comentario generalizado era lo increíble que podría ser llenar todas la gradas en un partido sin pandemia.

En las gradas, unos círculos rojos indicaban los asientos que estaban inhabilitados, y guiados por los voluntarios el público comenzó a ocupar los asientos, manteniendo siempre la distancia de seguridad. Los aficionados acudieron al partido entre el Coruxo y el Zamora con la lección aprendida, ya que nadie se movió de su asiento durante todo el encuentro y todo el público permaneció sentado en sus asientos.

Unos cambios que incluso llegaron a los medios de comunicación, desapareciendo la imagen de los fotógrafos alrededor del campo, situados ahora en lo alto de una grada. No cabe duda de que es otra manera de ver el fútbol, pero había tantas ganas de ver un partido que todo se da por bueno.