Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ciclismo

"Soy más feliz preparando oposiciones"

Martín Bouzas, el prometedor ciclista gallego, deja la bicicleta debido a la angustia que le generaba el profesionalismo

Martín Bouzas, durante una contrarreloj. // Kern Pharma

"Quien se entere puede pensar 'pobre chaval, estará hundido' pero en realidad está siendo una de las semanas más felices de mi vida". Martín Bouzas (Rois, 1997) saluda con inesperado entusiasmo su decisión de colgar la bicicleta. Abandona su carrera por seguir viviendo del deporte que tanto ha querido, pero que tanto le ha angustiado. La exigencia, la presión, los sacrificios que implica ser profesional han sido un peso demasiado grande y decidió apartarse de esa vida. "Quiero hacer este cambio y no me arrepentiré jamás. Claro que me gustaría haber ganado el Tour de Francia, pero he sido profesional y he visto que no he sido feliz en el día a día. Hoy, estudiando las oposiciones, soy más feliz que siendo ciclista. Me levanto cada día con una sonrisa", asegura con rotundidad.

Tres veces fue campeón de España contrarreloj, prueba en la que confirmó todo lo bueno que había en él. Iba muy deprisa, tenía potencial. Corrió en el Froiz y luego pasó a Navarra donde ha corrido en el Lizarte y el último año en el Kern Pharma (un UCI Continental) que fue el encargado de anunciar que Martín Bouzas dejaba la bicicleta. Fue justo tras firmar su contrato como profesional cuando todo se torció: "Debía ser el mejor momento de mi carrera deportiva, la culminación al trabajo de tantos años, y sin embargo fue una especie de castigo. Empecé a meterme presión, a depositar sobre mis hombros expectativas que me aplastaban. Ahora tenía que entrenar más duro, tenía que hacer todo lo mejor posible, tenía que dar un nivel mínimo? Toda esa presión me hizo dudar sobre si de verdad quería soportar todo eso".

El corredor de Rois argumenta que la parte más dura del ciclismo es precisamente la que no se ve: "Ser ciclista no es solo una cuestión física. Por motor podría haber llegado lejos, pero no es lo más importante. A mí me costó el tema psicológico. Por parte del equipo no sentía ninguna presión, pero dentro de mí sí que me sometía a muchísima. Después estaba la presión, digamos, social: la gente que te rodea que quiere que llegues al máximo, que te felicita cuando ganas y te pregunta qué te ha pasado cuando pierdes, que es casi siempre. Eso, si no sabes gestionarlo, acaba contigo".

Esa situación comenzó a hacerse insoportable para él: "Tienes demasiado tiempo para darle a coco. Ese fue uno de mis problemas: no saber desconectar. Por mi forma de ser, hubiera necesitado llegar de entrenar y dejar de pensar en ciclismo hasta el entrenamiento al día siguiente. Pero un día cualquier me sentaba en el sofá con mi novia para ver una película y, después de dos horas, no sabía ni el título porque no había parado de dar vueltas a la cabeza, al entrenamiento, a la competición. Ésa fue una de las razones por las que quise dejarlo. No estaba en el momento presente. Disfrutaba mucho en los buenos momentos, pero sufría demasiado en los malos. Explotaba porque no sabía desconectar".

Su último campeonato de España contrarreloj fue su despedida y uno de los momentos más felices: "Gané el primero en el que participé y desde ese momento me sentía obligado a ganarlo de nuevo. Este año lo disfruté porque ya sabía que me iba a retirar. Entonces lo pude disfrutar de otro modo porque el resultado me importaba poco o casi nada. Y eso me relajó y me hizo disfrutar".

Compartir el artículo

stats