El experimento entre deportivo y social de la burbuja de la NBA concluyó con un campeón de máxima prestancia, los Lakers, gran nivel de juego y, lo que viene al caso, cero partidos pospuestos por culpa de la pandemia. Fueron 96 días en los que los jugadores permanecieron encerrados en un complejo de Walt Disney, donde se les hacía el test a diario y seguían un protocolo estricto de 113 páginas. Y todo salió bien. "Han hecho falta enormes sacrificios por parte de todo el mundo", avaló el comisionado de la liga, Adam Silver.

Justo cuando la NBA presume de este balance sanitario impecable, en Europa el panorama deportivo ha empezado a descontrolarse. Como una catarata de fatalidades, el día de ayer abrió con el Giro tambaleándose y el abandono de dos equipos punteros (el Mitchelton australiano y el Jumbo neerlandés); siguió con la infección de Nikola Mirotic anunciada por él mismo por Twitter, y pocos minutos después la Federación Portuguesa de Fútbol reveló el positivo de Cristiano Ronaldo.

La altura de los nombres contagiados y de las competiciones afectadas remarcan que el problema social del coronavirus se ha abalanzado como una gran ola sobre el deporte, aunque las consecuencias no son las mismas. Si un niño da positivo, toda una clase se ve obligada a confinarse, aun registrando negativo todos los demás. En el deporte no sucede. Hoy Portugal se enfrentará a Suecia pese al contagio de Cristiano, que sí jugó hace unos días contra la Francia de Griezmann. El deporte profesional no para. O se intenta por todos los medios que no pare.

Cristiano, que es asintomático, sigue los pasos de otras estrellas del fútbol infectadas como Neymar, Pjanic o Ibrahimovic, y falta por ver si llega a tiempo al partido de Champions contra el Barça, el 28 de octubre. Ni el partido, ni la competición europea, corren peligro, de momento, como sí lo hace la Euroliga, a la que se le amontonan los casos y los partidos aplazados.

Mal día ciertamente para la máxima competición continental de baloncesto. Todo apunta a que Mirotic se contagió en el encuentro del pasado viernes en San Petersburgo, frente al Zenit, un equipo con 19 casos en su plantilla, entre jugadores y cuerpo técnico, y que se ha visto obligado a aplazar la doble jornada europea de esta semana.

Ayer se suspendió también el Panathinaikos-Villeurbanne, el club este último de Tony Parker que acusa 13 casos de coronavirus y que no pudo presentarse. Según el reglamento, los franceses perdieron por 20-0. Y luego está el Khimki ruso, que tiene programada doble jornada en Madrid y Valencia y ha viajado solo con ocho jugadores, el límite del reglamento, devastada su plantilla por la pandemia.

Georgios Barzokas, extécnico del Barça ahora en el Khimki, considera que el Covid está ya corrompiendo la competición. "Está afectando a los resultados de los partidos. Es muy difícil competir con ocho jugadores, alguno de los equipos inferiores".