Si hay dos caminos paralelos en el mundo del deporte una de esas situaciones es la que tiene como protagonistas a Ramón Fernández Vidal -Moncho de siempre- y a un Obradoiro Club Amigos del Baloncesto al que solo se anticipó unos pocos meses a la hora de nacer hace medio siglo. Coetáneos en vida y experiencias, entrenador y club estaban destinados a encontrarse para guiar al baloncesto gallego y compostelano a cotas que sonaban a ciencia ficción cuando hace poco más de una década el Obradoiro batallaba en ligas autonómicas para subsistir esperando que la justicia hiciese su trabajo para devolverle al lugar por el que esperó dos décadas.

Sabedor de la dificultad de abrirse camino en la élite, la carrera de Moncho Fernández es todo un ejercicio de perseverancia y de fe. Desde los patios del colegio La Salle -orígenes que nunca olvida- hasta ser reconocido al máximo nivel entre los entrenadores españoles y por ser el obrador jefe de un Monbus Obradoiro orgullo del baloncesto gallego.

- Lo primero es felicitarle por este buen inicio de temporada. Para estar contentos con el actual 3-1. ¿Qué sensaciones le está transmitiendo el equipo?

- Nosotros siempre hablamos de lo mismo en las pretemporadas. Lo primero es hacer un equipo en lo humano, conseguir que todos esos jugadores que vienen cada uno de su padre y de su madre acaben convirtiéndose en eso que nos gusta llamar una familia y nuestro primer gran éxito es haberlo conseguido ya. Teniendo en cuenta además que ha sido una pretemporada muy accidentada y en la situación que estamos viviendo que lo dificulta todo en cuanto a documentación, visados, desplazamientos? Eso ha hecho que los jugadores hayan llegado más tarde que nunca con tanta dificultad. En lo deportivo tenemos el borrón de las lesiones que es lo que nos duele y nos hace más daño, pero creo que los jugadores han hecho un esfuerzo grande por adaptarse y entender lo que le pedíamos. Tanto los nuevos como los que ya estaban están poniendo todo lo mejor de ellos para adaptarse, no solo a un estilo o a unas normas, sino a una realidad que nos está tocando vivir que es muy compleja y que lo condiciona absolutamente todo.

- La primera temporada en ACB sin Miudiño en el Sar. ¿Se hace duro?

- Es duro y hasta fue muy emocionante escucharlo el primer partido aunque fuese enlatado. Cuando lo escuchas inevitablemente te vienen a la mente todas esas caras que hay detrás de esas voces. Los echamos mucho de menos. Es cierto que el hombre es un animal de costumbres y enseguida te adaptas y te pones en esta nueva realidad que es jugar sin público. Cuando vuelvan será como cuando estás muchas horas sin beber y te bebes un vaso de agua que te sienta tan bien y valoras lo importante que es. Lo único que sé es que el día que vuelva la gente y vuelva a sonar el Miudiño va a ser tremendamente emocionante. Será uno de los momentos más especiales de nuestra estancia en Obradoiro.

- Obradoiro: lugar donde se trabaja. Quizá en el propio nombre se encuentra la explicación a lo que muchos consideran un milagro.

- Pues sí. Siempre se lo digo a los jugadores que llegan el primer día, que en el propio nombre está la definición. Si nos hubiésemos llamado Club Baloncesto Santiago, por poner un ejemplo, sería diferente seguro. Obradoiro no solo es esa plaza emblemática de nuestra ciudad, sino que también tiene ese significado: lugar donde se trabaja. Además también está el grito de guerra del club que es el "todos xuntos". Por ello en el propio nombre y en el propio grito están la esencia espiritual de lo que es Obradoiro.

- Ya son 50 años de obradoirismo. Aquel sentimiento e identidad que nació en el viejo Sar y que funciona casi como un ángel de la guarda del club. Apareció cuando hubo que acudir a los tribunales y para responder en forma del apoyo necesario para estar diez temporadas consecutivas en la ACB.

- Es una gran metáfora la del ángel de la guarda. Es cierto que "as cousas non poden ser doadas para o Obradoiro" o también que Ad astra per aspera. Parece ser que tiene que ser así. Un año como el 50º aniversario, un año plagado de eventos e ideas por hacer, pues lógicamente sin la presencia de público todo eso queda desmejorado. Aún así, sí que sentimos que la gente está detrás, se preocupa y que está loca por volver al pabellón. Igual que para nosotros volver a oír el Miudiño va a ser increíble, cuando Javi Masaguer, nuestro speaker, diga aquello de "con ustedes el Monbus Obradoiro" y salgan los jugadores por el túnel, también será un momento muy especial para aquellos que estén en la grada.

- Y todo ello con el mismo cuerpo técnico con el que ha celebrado hace poco 300 partidos juntos en Liga Endesa ACB: Gonzalo Rodríguez, Víctor Pérez y Fran Grela, siempre fieles. Se han convertido en una rara avis más propia del baloncesto universitario americano.

- Pues sí, por inusual. Es cierto que rara vez pasa en Europa tener un cuerpo técnico tanto tiempo en el mismo lugar. Cada uno tendría respuesta a cómo lo hemos conseguido, pero como dice Gonzalo, se puede resumir en que en la variedad está el gusto porque los tres somos muy diferentes. Nos complementamos en nuestras formas de ser y tenemos una forma común de entender el baloncesto. Además, como dice Víctor, hemos ido afrontando las cosas en el día a día. Nunca hemos pensado en el futuro sino en el presente inmediato. Creo que eso ha sido el gran mérito. Todo ello soportado por un consejo de administración que nos ha apoyado en las maduras y en las duras y hemos sentido su aliento y su apoyo en momentos muy complicados. Eso te da mucha fuerza para seguir.

- Hablando de universidad, creo que lleva años instalada en el Sar la Facultad de Pivotología de la que cada año siguen saliendo buenos alumnos

- (Risas) Sí, han salido muchos pívots de aquí más desarrollados que cuando llegaron, pero también ha habido jugadores exteriores de gran calidad que han saltado hacia adelante. Matt Thomas ahora está en Toronto Raptors, Santi Yusta llegó a la selección española y fue fichado por el Madrid, de donde lo habíamos fichado pero del equipo EBA?

- En cierto modo son un cuerpo técnico que tiene que lidiar año tras año con lo contraproducente que puede llegar a ser hacer muy bien su trabajo. Me refiero a que toca siempre ver cómo muchos se van revalorizados y toca empezar a construir de nuevo.

- Sí, pero también es la parte de un planteamiento de club. Siempre hemos pensado en dónde nosotros, con nuestras capacidades, podemos encontrar talento. Ahí está parte del éxito porque para ganar partidos, por muy preparados o no que estemos los entrenadores, los protagonistas son los jugadores sin ningún tipo de duda. El club ha hecho suya una forma de hacer. Con nuestra capacidad no nos queda otra que dar sentido a aquello de que más vale lo bueno por conocer que lo malo conocido. Tenemos que buscar un talento joven e inexperto y esos jugadores que han venido y se han revalorizado han sentado las bases para que otros dijeran: "Caramba, si me voy a Obradoiro igual me van tan bien las cosas como a otros". A la vez que hemos sido víctimas de esos crecimientos individuales, también hemos sido agraciados porque el club es percibido como un sitio donde un jugador joven puede desarrollarse y alcanzar su mejor nivel. Los que se han ido han dejado una puerta abierta para los que han venido después.

- ¿Confirma entonces que José Luis Mateo no tiene bola de cristal para fichar ni usted varita mágica?

- Absolutamente. Mateo tiene una capacidad enorme que se refleja cada día. Se ve dos partidos de baloncesto diarios como mínimo. Hay ligas que cuesta pensar que existen y que las está viendo él. Luego tiene una capacidad organizativa enorme y también para involucrar a todos. Además de su trabajo, ha sido capaz de desarrollar el departamento "under radar" que es nuestra forma de llamarle y en el que todos los técnicos estamos involucrados en esa tarea que se desarrolla durante todo el año aunque no se haga pública hasta el verano cuando se ficha. Siempre hay un trabajo de seguimiento desde lo humano hasta todo lo relacionado con el juego y hay gestiones que fructifican a años vista como los casos de Pustovyi o Matt Thomas. Respecto a la alquimia, la varita mágica y esas cosas, pues igual pasa que cuando nos meten una tunda de 20 puntos es porque me he dejado los potingues en casa (risas). Por supuesto que no hay varita mágica y que todo tiene que ver con tener unas ideas firmes, unos principios y, en las buenas y en las malas, pelear y creer en ellos.