- Su propia carrera como entrenador es casi de cuento. Creció viendo al Obra desde la grada, tuvo que irse para poder ser profesional y, a su vuelta, ha llevado al club de su tierra a cotas que parecían inimaginables no hace mucho tiempo.

- Parece casi de cuento. Después de tantos años en el baloncesto desde categorías muy pequeñas, compartiendo muchas cosas con mucha gente y ahora estar en un banquillo de Liga Endesa es una pasada. Creo que el milagro del Obradoiro, y no lo digo con falsa modestia, es todo lo que hay alrededor. Una filosofía que se ha convertido en un mantra. Tengo la fortuna de estar al frente de un cuerpo técnico muy vinculado anímicamente con la ciudad y con todo lo que tenemos a nuestro alrededor, desde el consejo de administración hasta toda la gente que ha hecho suya esta forma de entender el baloncesto. El milagro de Obradoiro es mérito de muchísimos y cada pieza de este puzle es fundamental para que se sostenga el edificio.

- Cuesta entender un Obradoiro sin Moncho Fernández, ¿pero colma el Obradoiro toda la ambición del Moncho Fernández entrenador?

- Seguro que va a haber Obradoiro sin Moncho como ya lo ha habido. Hemos cumplido 50 años y en 40 de ellos no ha estado Moncho sentado en el banquillo. Es más, ni siquiera soy el entrenador que más veces se ha sentado en el banquillo del Obradoiro porque mi querido Pepe Martínez lo ha hecho más veces que yo. Respecto a mi ambición como entrenador siempre digo que es más fácil ser ministro del gobierno que entrenador en Liga Endesa. Hay 22 ministros ahora y solo 19 banquillos ACB. Lo que colma mi vida es dedicarme a lo que más me gusta y poder vivir de aquello que es mi pasión. Si además lo hago en el equipo de mi corazón y en mi tierra, pues lógicamente es una felicidad increíble. Pase lo que pase en mi futuro, se me antoja muy complejo que en mi vida profesional y personal vaya a haber una etapa como ésta. Son mínimo 10 años que habré echado aquí y esto ya quedará para siempre. Ya es parte de la historia. Aquel chaval que entrenó en las pistas de La Salle, de A Estrada o de Pontepedriña, pensar que se ha sentado once temporadas en el banquillo del Obradoiro es algo que claro que me colma y me satisface enormemente. Pero también es cierto que lo que me han enseñado tantos años de profesionalismo es que cuando menos te lo esperas el baloncesto te da una sorpresa. Para mí ya se me antojaba muy difícil que me llamara Moncho López en su día para ser su ayudante en Gijón en Liga Endesa, que luego el Villa de los Barrios me fichase para ser entrenador jefe, que Murcia me fichase en ACB o los dos años que estuve en Lugo. No era algo que yo esperaba, de repente un día suena tu teléfono, llaman a tu puerta y aparece algo. Prefiero centrarme en cada próximo entrenamiento y partido y a partir de ahí, lo que tenga que ser, será. Pero sobre todo, y más en estos tiempos, se trata de disfrutar de lo que tienes entre manos y no preocuparte del futuro, sino centrarte en el presente inmediato.