Abrió ayer Messi la puerta del vestuario de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí y, de pronto, descubrió la soledad. Llegó y no se encontró a Luis Suárez, su amigo del alma, que estaba volando camino de Madrid para enfundarse la camiseta del Atlético y convertirse en el nueve de Simeone. En Barcelona, y a tan solo 24 horas de la puesta en marcha del proyecto de Ronald Koeman con la visita mañana del Villarreal al Camp Nou, Messi descubrió que el ecosistema que tenía en la intimidad ya no existe. Quedó aniquilado con el despido del goleador uruguayo, eficaz socio de ataque durante seis años, vecino de Castelldefeles y, por encima de cualquier otra consideración futbolística, un amigo auténtico. Suyo y de toda su familia.

Todos se han ido del Camp Nou, menos él. Se fue primero Rakitic al Sevilla. Luego, Arturo Vidal, al Inter. Y desde ayer, Suárez, tras unas convulsas negociaciones, viste la zamarra rojiblanca del Atlético. Todos están fuera del Barça, menos Messi, quien ha tenido que quedarse en contra de su voluntad, viendo partir a los referentes que tenía en el vestuario, admitiendo el vacío que sintió al cruzar la puerta de la ciudad deportiva. "Ya me venía haciendo la idea", dijo en el inicio de su cariñoso mensaje hacia Suárez, divulgado, como ya es habitual en el capitán, en su cuenta de Instagram. "Pero hoy" [por ayer] entré al vestuario y me cayó la ficha de verdad", confesó Messi, asumiendo que a partir de ahora se enfrenta a un escenario desconocido.

Se fueron los referentes de los últimos años y a él, que ya se veía fuera del Camp Nou, le toca liderar en el campo el Barça de Koeman, inmerso en un duro y lento proceso de reconstrucción tras el 2-8 del Bayern. "Que difícil va a ser no seguir compartiendo el día a día con vos, tanto en las canchas como afuera. Los vamos a extrañar muchísimo", admitió tras perder al nueve con quien mejor conectó sobre el césped y, además, al amigo que mejor le entendió lejos de los estadios. "Fueron muchos años, muchos mates, comidas, cenas... Muchas cosas que no se van a olvidar nunca", añadió en un mensaje cargado de melancolía, asumiendo que "va a ser raro verte con otra camiseta".

Expuesto el cariño ("te quiero mucho, hasta pronto amigo"), Messi entró después en la desazón que le supone verlo salir de mala manera, criticando al presidente Josep María Bartoméu, al que no citó. "No merecías que te echen como lo hicieron. Pero la verdad es que a esta altura ya no me sorprende nada", afirmó.

Quiso el capitán poner en valor la figura futbolística de Suárez. "Te merecías que te despidan como lo que sos: uno de los jugadores más importantes en la historia del club", recalcó Messi. En apenas 24 horas se intercambiaron los papeles en sus discursos. Suárez dijo que aceptaba irse, pero entonces el club debía aceptar que un jugador también podía marcharse si daba por finalizado su ciclo en el Camp Nou. Hablaba Luis, por supuesto, de Leo. Y ayer el capitán escribió lo que calló el uruguayo en una elegante despedida, mientras sus lágrimas dejaban varios mensajes hacia la directiva, esquivando palabras de rencor y desprecio. Hasta que Messi le puso la firma al dolor de Luis.

Ese intercambio de mensajes entre ambas estrellas continuó luego en Instagram. "Gracias AMIGO", escribió Suárez colocando mayúsculas, "por tus palabras, pero MÁS GRACIAS por ser como sos", replicó.