Atacaba el Guardés para concluir la primera parte 13-12 y el Bera Bera aún rebañó los segundos para golpear con el 14-11. Ese sabor amargo en el vestuario posiblemente agotó la resistencia gallega. Las discípulas de Prades, disminuidas por las bajas, habían apretado los dientes para enjugar el 6-1 inicial. Habían llegado a situarse 12-11. El hilo al que se aferraban quedó roto en ese instante.

El Guardés rompió el techo del balonmano gallego con el título liguero de 2017. Le quedan fronteras por cruzar. Sigue sin disputar una final de Copa. Y sigue sin ganar en el Gasca. Sin África Sempere, Martina Mazza, Rosario Urban, Sarah Valero y Laura Morais, Prades recompone su criatura como puede, cosiendo ubicaciones novedosas y manos cambiadas. Competir así ante Bera Bera resulta difícil.

La escuadra vasca, que recibió el trofeo de vigente campeón, comenzó arrasando desde primera y segunda línea, en estático y en transición. Prades rescató a sus jugadoras de ese abismo. Incentivó el dinamismo ofensivo. Remodeló la defensa hacia el 5.1. El Guardés se enganchó a la vida.

Era un espejismo, dispuesto a disiparse cuando las energías se agotasen. Al Guardés le costaba demasiado cada gol. El Bera Bera se alimentaba de las pérdidas visitantes y remediaba enseguidas sus angustias en jugadas rápidas tras saque. Renata achicó su portería a las guardesas y un parcial violento al inicio del segundo tiempo de 6-0, aprovechando la segunda exclusión de Buforn, sentenció el choque.