Es posible, muy posible, bueno, seguro, segurísimo, que Marc Márquez Alentá, el campeonísimo de Honda, el muchacho que ha estado dominando con mano de hierro, autoridad, determinación y pilotaje agresivo y vistoso los últimos siete años de MotoGP (solo se le escapó, por 5 puntos, el título del 2015, conquistado por Jorge Lorenzo), esté mordiéndose las uñas, jugueteando con los dos perritos de Àlex en su casa de Cervera y pensando lo que piensan todos los aficionados del Mundial de MotoGP: 'MM93' ya sería campeón de este Mundial sin haber llegado, ni siquiera, al ecuador del campeonato.

El Gran Premio de San Marino, corrido ayer, por vez primera, ante 10.000 aficionados, el 99,9% de ellos vestidos de amarillo, con pelucas amarillas, banderas amarillas y tatuajes amarillos en honor de su dios Valentino Rossi, volvió a demostrar que, si llega a estar el jefe en liza, en forma, sobre su RC213V, ya hubiese adquirido una ventaja lo suficientemente grande tras seis carreras, que sería inalcanzable y ya saborearía su séptimo título en ocho temporadas. Basta ver que, desde ayer, el líder es el veterano subcampeón Andrea Dovizioso (Ducati), que solo ha ganado en Austria, y que, ayer, en Misano, su circuito, se hizo con el liderato ¡tras acabar 7º!

¿Qué le ocurrió al anterior líder? El joven francés Fabio Quartararo, tras lograr el doblete de Jerez y hacer el ridículo en las tres siguientes carreras (Brno y dos en el Red Bull Ring, de Austria) ayer se fue al suelo, no una, no, sino ¡dos veces! ¿Qué le pasó a Maverick Viñales? Que arrancaba el primero, desde la pole, y volvió a acabar sexto. ¿Qué le ocurrió a Àlex Rins, el joven llamado a sustituir a Marc Márquez? Que acabó quinto, siendo impecablemente superado por su compañero de equipo Joan Mir.

Nadie quiere ganar. Nadie sabe mandar. Nadie ha estudiado para campeón, por más que MM93 se ha cansado de dar lecciones de cómo se hace. Pero no debe ser tan fácil, no, y menos con la solvencia y facilidad que lo hace el de Cervera. Por eso, desde ayer, ni V iñales, ni Rins, ni Polyccio Espargaró y su fabulosa KTM, están en la pomada.

El único español que parece querer echarle ganas en la categiría es el mallorquín Mir, que le realizó uno de los interiores más espectaculares, valientes y arriesgados que se han visto para superar al mismísimo Rossi y lograr el bronce. Miren, puede que Mir sea el primer español que gane este año.

Como no está, como no arriesga, como no domina, como no da clases, como Marc Márquez no asusta a sus rivales, todos saben que pueden ganar. Hasta Rossi lo sabe. Pero, una cosa es ganar y otra, muy distinta, tener madera de campeón.

De momento, en seis carreras, cinco ganadores: Quartararo (2), Brad Binder, Andrea Dovizioso, Miguel Oliveira y ayer un portentoso Franco Morbidelli (Yamaha), uno de lo alumnos (y amigos, y colega) del Doctor Rossi. Morbidelli dijo haber vivido "un cubata de emociones nada más cruzar la meta". Y, vaya, el jefe técnico de Morbido es Ramon Forcada, el gurú que no quería Viñales y que, con una Yamaha 'atélite ha vuelto a ganar a lo grande a todos los campeones y patas negras del paddock de MotoGP.