El miércoles la NBA se tambaleaba. Varios equipos estaban dispuestos a cancelar la temporada y dejar a la organización sin play-off como reacción una vez más a la violencia policial con los negros. Los Lakers, con LeBron James a la cabeza, y los Clippers estaban al frente de la revuelta. Según publica la ESPN, Michael Jordan, dueño de los Charlotte Hornets y responsable de las relaciones entre la patronal y los jugadores, fue clave para evitar que la situación se desbordara.

Jordan fue el puente que unió los dos 'bandos', el de los jugadores, que reclamaban más implicación en la lucha por la justicia social, y el de los propietarios, que el jueves se reunieron para debatir hasta dónde estaban dispuestos a llegar. Antes de ese encuentro, Jordan habló con Chris Paul, presidente del sindicato, y Russell Westbrook para tener una postura que poner sobre la mesa.

Los propietarios reclamaban seguir adelante por dos razones: porque entienden que la liga es la mejor plataforma para amplificar las voces de los jugadores y los entrenadores, pero también porque cancelar el curso supondría pérdidas multimillonarias. A cambio, y ahí fue clave Jordan, debían implicarse más en la lucha contra el racismo sistémico que aún plaga Estados Unidos.

Antes de aprobar la burbuja de Orlando, los dueños de los equipos se comprometieron a donar 300 millones de dólares en 10 años para crear oportunidades económicas para la comunidad negra. Sin embargo, la sensación entre los jugadores era que, más allá de ese dinero (cada franquicia, valorada en más de 2.000 millones, donará un millón al año durante una década), la implicación de los directivos era escasa.

Ese fue el mensaje que Michael Jordan trasladó a los propietarios y que allanó el camino para la reunión que mantuvieron las dos partes por la tarde. Allí volvió a estar Jordan, el único exjugador que hoy es accionista mayoritario de una franquicia, pero también el único de raza negra. "Estoy en esta llamada no como propietario, no como exjugador, sino como hombre negro", dijo, según NBA TV.

Ese postura, tan lógica, habría sido iniminaginable durante su carrera como jugador, y alimenta esa creciente implicación de Michael Jordan en causas sociales. Días después del asesinato de George Floyd a manos de la policía, Jordan Brand anunció que donaría 100 millones de dólares en una década para combatir la supresión del voto, un problema que afecta sobre todo a las minorías.

Impensable para aquel Jordan jugador que mantenía en privado sus donaciones por temor a que alguien las politizara. Más importante que visibilizar las causas sociales era evitar que cualquier problema salpicara a las marcas que le pagaban, o a su imagen, que era su propia marca.