Messsi quiere salir bien del Barça. Busca el capitán una salida pactada del Camp Nou porque considera que ya ha cerrado un ciclo, que ha durado 20 años. Llegó con 13 y quiere irse con 33, dejando, según esas mismas fuentes, las menores heridas posibles en el club, tendiendo la mano a la directiva de Bartomeu para hallar la mejor salida posible. El presidente ya ha hecho saber, sin embargo, que no acepta ese gesto conciliador de la estrella, negándose a negociar su marcha. Y mucho menos con la carta de libertad porque tiene una cláusula de 700 millones de euros.

Messi, en cambio, había ordenado a sus agentes que pactaran una reunión con la directiva para establecer los primeros pasos en la senda de evitar "cualquier guerra" justo ahora que está a punto de arrancar el proyecto de Koeman. El capitán, que ya comunicó la pasada semana al nuevo técnico que se veía más fuera que dentro del Barça, está citado mañana para acudir a la ciudad deportiva de Sant Joan Despí. El argentino debe ser sometido, como el resto de la plantilla, a las pruebas PCR. El lunes, Messi tendría que iniciar los entrenamientos con el holandés.

El capitán ya ha dado el primer paso para desbloquear la situación, a pesar de la respuesta negativa que ha recibido de la junta. Ni Messi ni Bartomeu hablan. Ambos guardan silencio en esa tensa batalla de enorme carga ideológica porque el presidente no quiere pasar a la historia del club como el hombre que dejó marchar al mejor de la historia. Pero Bartomeu ya sabía de las intenciones del capitán antes de que el pasado martes se recibiera en el club el burofax donde quedaba acreditado legalmente que se acogía a la cláusula de rescisión de su contrato para irse. Una cláusula que el club no ve válida.

Tanto pública como privadamente le había trasladado al presidente esa idea que tenía de marcharse. Los desencuentros con Bartomeu se han intensificado en los últimos meses, pero se arrastran desde hace años. Messi informó en varias ocasiones al dirigente, pero se sentía desoído. Entiende ahora Leo, a sus 33 años, que no tenía ya en su casa el proyecto que necesita para su etapa final.

En el Barça arranca una idea nueva, con Koeman en el banquillo, que necesita tiempo y, sobre todo, inversión económica, algo realmente complejo en el fútbol post-covid-19. Detecta Messi, en cambio, ese proyecto en el City de Guardiola, asumiendo incluso que su salario descenderá con respecto al del Camp Nou, condicionado también por las secuelas económicas que provoca la pandemia en la industria del fútbol. Pero en su casa de Barcelona, y tras tres años llenos de errores en la planificación deportiva, el capitán ya no posee la energía para la reconstrucción.

El burofax fue el punto y final a un desencuentro larvado desde hace tiempo porque entendía Messi que el club no supo solucionar la marcha de Neymar al Paris SG. Ya entonces, verano del 2017, cuando Leo firmó esa renovación hasta el 2021 se dejó la puerta abierta para irse.

Ahora, según él, ha llegado el momento de salir en busca de "nuevos aires". Aires de regeneración que ve en Inglaterra, rodeado de Guardiola, el entrenador que mejor lo interpretó, y arropado por el Kun Agüero, su amigo. Aunque París SG e Inter siguen a la expectativa, por detrás del club inglés. Pero no es un viaje hacia la nostalgia el que desea emprender el capitán, sino un viaje de necesidad para agotar sus años finales revitalizado con un entusiasmo nuevo, el que le proporcionaría Pep.

De ahí que pidiera a sus representantes que abran puentes de diálogo con la junta para evitar que el conflicto se enquiste todavía más. Desearía salir en paz del Camp Nou, una vez dilapidada por una caótica planificación el inmenso legado de Xavi, Iniesta y él mismo. Bartomeu se pone duro, el City aguarda (y otros) y Leo tiende la mano.