La espera del Arosa para alcanzar cotas tan altas en su historia como la de pelear por el ascenso a Segunda División B tocó a su fin sobre la moqueta de Balaídos. La derrota ante el Ourense, tan real como injusta, ha supuesto el fin al sueño de toda Vilagarcía con la única esperanza de no volver a entrar en un sueño profundo de esos que duran 27 años.

Quizá la presión, el escenario o la calidad del rival, pero lo cierto es que el Arosa no se encontró cómodo durante toda la primera parte en Balaídos. El Ourense mostró una adaptación al menos más rápida y que no solo se reflejó en un tempranero gol, sino también en el dominio del partido, sin ir en menoscabo de la verticalidad arlequinada que bien pudo haber dado fruto antes del descanso.

Rafa Sáez dispuso una línea de tres centrales y dos carrileros. Un dibujo muy similar al de su rival y que afectó a la fluidez del juego con muchos emparejamientos sobre el campo. A raíz de un saque de banda llegó el primer aviso y fue en la portería defendida por Parra cuando Jorge Sáez ganó la espalda de la defensa pero su remate escorado se fue por encima del larguero.

Quizá fue el susto, pero el Ourense fue capaz de hacerse con la manija a partir de la tenencia de balón ante un rival que buscaba en exceso que Pedro Beda fuese la boya sobre la que seguir a flote con balones directos para las disputas del brasileño. Una acción a balón parado de Pibe y un disparo raso de Martín Lamelas sirvieron para evidenciar cierto nerviosismo en la defensa vilagarciana de tres centrales. Las sospechas enseguida se tornaron en una prueba irrefutable con la acción del 1-0. Una pared entre Cassio y Martín Lamelas, que éste ultimo supo culminar sorteando a Manu Táboas en el duelo individual.

Tocaba reacción al doble golpe puesto que ya hacían falta dos goles. Desde el banquillo vilagarciano se ordenó cambiar el dibujo. Pedro García se incorporó al mediocampo y Manu Rodríguez subió a la posición de mediapunta. Él mismo inquietó Cristian Parras con un disparo desde la línea medular al que el cancerbero respondió con solvencia. Incluso poco después una falta al borde del área sobre Pedro García, botada muy bien por Mon, también se encontró con la excelente respuesta del portero ourensanista que incluso tuvo tiempo de repeler también el rechace rematado por Pacheco.

El Arosa pasaba por una fase de asedio que se encontró con la más clara oportunidad para empatar en las botas de Jorge Sáez. El madrileño remató demasiado centrado un excelente servicio desde la línea de fondo de Róber al punto de penalti, desde donde Sáez no acertó a ponerla fuera del alcance de Parras.

La única manifestación de cara a la portería rival de los de Fran Justo en toda la primera parte llegó en un córner en el que Manu Táboas estuvo providencial para blocar un remate de Barcia a dos metros de la línea de gol al recoger un balón suelo. La ocasión solo fue un pequeño impás en el dominio arlequinado que continuó sin cese alguno hasta el descanso. Primero con tres córners consecutivos que nadie acertó a rematar con veneno y posteriormente con un disparo de Manu Rodríguez desde dentro del área que nuevamente se encontró con el omnipresente Parras bajo palos.

Obligado a echar el resto en la segunda parte, el Arosa salió dispuesto a seguir siendo dueño y señor del fútbol ante un rival que, consciente o consecuente, fue cediendo terreno ante un cuadro arlequinado con mayor determinanción y que, ahora sí, fue capaz de encontrar en la amplitud el mejor camino hacia la portería rival.

Lo cierto es que todo fluyó en una única dirección, la que llevaba a la portería defendida por el Ourense. Un disparo lejano de Mon, a cuyo rechace no llegó Róber, y una posterior combinación entre Jorge Sáez y Manu Rodríguez que el primero remató de manera inocente, sirvieron para meter el miedo en el cuerpo al equipo de Fran Justo. No se quedó ahí la sucesión de intentonas, todo gracias a un alto ritmo en la circulación del balón y un mayor juego por bandas.

Un remate de Róber a manos de Parras desde fuera del área en el intento de vaselina solo fue el preludio de una magnífica oportunidad para empatar que desperdició el propio Róber a bocajarro tras una excelente pared entre Beda y Sáez. Incluso poco después Manu Rodríguez no llegó a un servicio raso de Julio Rey desde la izquierda que se paseó por delante de la portería ourensana.

Y cuando todo parecía abocado al empate, una acción individual de Pibe terminó en un penalti inexistente al cometer Catú la falta fuera del área. Además, por si fuera poco castigo, la rigurosa roja al central dejó al equipo a expensas de una remontada milagrosa tras materializar Renan la pena máxima.

El orgullo de los vilagarcianos se mantuvo firme en el tramo final encerrando al Ourense en su área y recortando incluso las diferencias con un cabezazo de Pedro Beda a córner botado por Julio Rey. Pero no hubo tiempo para más, el Arosa se llevó un excesivo castigo penalizado por su falta de puntería, pero plasmando méritos deportivos para irse de Balaídos con la cabeza bien alta.