El Real Madrid se proclamó campeón de LaLiga Santander, un título que era considerado una prioridad para esta campaña, el primero de gran valor desde que el club perdiese al delantero Cristiano Ronaldo en el verano de 2018, y el undécimo ya para Zinédine Zidane, de nuevo encargado de recuperar la senda de la victoria en el club tras su inesperada marcha.

El 31 de mayo de 2018 los cimientos de la 'Casa Blanca' se sacudieron con el anuncio del repentino adiós de 'Zizou', días después de conquistar la tercera Liga de Campeones consecutiva. A principios de julio, el que se despedía era Cristiano Ronaldo y la entidad se veía obligada a afrontar una era sin dos de sus mejores valedores de los últimos años.

La apuesta fue por el entonces seleccionador nacional Julen Lopetegui y por no acometer fichajes para ocupar el hueco del de Madeira, sobre todo en el aspecto goleador, confiando en lo que había, sobre todo en el galés Gareth Bale. Se perdió la Supercopa de Europa ante el Atlético y tras un inicio esperanzador, el equipo se desplomó y la etapa del guipuzcoano acabó tras un duro 5-1 en el Clásico en octubre. El comunicado de su destitución, lamentado que no hubiese sacado partido a una plantilla con "ocho candidatos al Balón de Oro", fue demoledor.

Entonces, el relevo fue un 'hombre de la casa' como Santiago Solari, que ascendió desde el filial. El argentino sí tomó decisiones y logró reconducir el rumbo del campeón de Europa, ganó el Mundial de Clubes, pero también se vino abajo en una semana fatídica donde fue eliminado por el FC Barcelona en las semifinales de la Copa del Rey, con goleada incluida en el Bernabéu (0-3), por el Ajax en los octavos de la 'Champions', con un 1-4 en el feudo merengue, y nueva derrota en casa en el Clásico liguero (0-1) y adiós a la Liga y a la temporada en marzo.

Como en aquel 31 de mayo de 2018, contra todo pronóstico, Zidane acudió al 'SOS' de Florentino Pérez y decidió tomar de nuevo el timón de la nave blanca el 11 de marzo de 2019, aunque el temor al dicho de 'segundas partes nunca fueran buenas', y más en un lugar poco dado a la paciencia, estuviera presente. De hecho, al contrario que en 2016, su llegada no fue ni siquiera revulsivo para hacer reaccionar a una plantilla desmotivada y alicaída. El Real Madrid acabó tercero a 19 puntos del campeón, de nuevo el Barça, y con doce derrotas ligueras en su estadio. Pero Zidane, desde su habitual calma, consiguió volver a unir a la plantilla con la que tantos éxitos había tenido para afrontar los retos de esta temporada.