Lewis Edwards, jugador inglés del Iberconsa Amfiv, ha pasado la pandemia en Vigo, casi enclaustrado en su piso y con escaso manejo del idioma. Pero se las ha arreglado para sobrellevar con buen humor la estancia. Lewis espera que las circunstancias permitan al presidente, José Antonio Beiro, cumplir el plan de continuidad que ha diseñado para la plantilla. "Me gustaría quedarme un tiempo y crecer junto al equipo para desarrollar mi potencial", explica.
Lewis llegó el pasado verano junto a su compatriota Sam Mack; ambos jóvenes, internacionales por Gran Bretaña en las categorías inferiores y en su primera experiencia en el extranjero. Aunque con la irregularidad propia de esa edad, César Iglesias está encantado con el rendimiento y el trabajo de ambos. Lewis hubiera participado seguramente en los Juegos de Tokio con el combinado británico, favorito al oro, si el Covid-19 no hubiese obligado a aplazarlos.
La cancelación liguera cogió a Mack en un fin de semana en el que precisamente había solicitado permiso para viajar a Inglaterra. Lewis, aunque también tuvo posibilidades de irse, optó por permanecer en Vigo: "Aunque he echado de menos a mi familia, decidí quedarme porque sentía que era lo más seguro y beneficioso para mí. Aquí hay gente que me cuida y que podía salir a ayudarme. Lo he apreciado un montón".
Parapléjico, Lewis se las ha arreglado para mantenerse en forma "gracias a cierto equipamiento que había guardado en mi apartamento", también manteniendo una dieta estricta, aunque confiesa: "Ya tenía ganas de volver al gimnasio a trabajar de la manera adecuada".
Pero las tablas de ejercicio físico no eran suficientes para entretenerle la eternidad de cada día. "Ha sido un reto mental para mí. No he visto a mi familia desde Navidad. Creo que es el periodo más largo que he estado sin verlos en toda mi vida. Es como si la vida se hubiese detenido de repente", relata. "Pero sé que hay mucha gente que lo ha pasado mucho peor. Me siento afortunado porque siempre he tenido personas alrededor que me han ofrecido su ayuda cuando lo he necesitado". Revela: "He intentado mantenerme ocupado aprendiendo cosas fuera del baloncesto; todavía necesito mejorar mi español, por ejemplo", reconoce.
Lewis comparte piso con Alessandrini. Al argentino lo ancló en Vigo el cierre de fronteras de su país. La semana pasada logró al fin permiso para regresar, pero el accidente ferroviario de Zamora le descuadró los horarios y no pudo tomar el avión. El club espera repatriarlo mañana. "Sé que está desesperado por volver a Argentina. Pero aunque tenemos la barrera del idioma, hemos echado unas risas y matado el tiempo juntos".
Lewis considera que en Vigo "se ha manejado muy bien una situación sin precedentes en mucho tiempo. La gente parece haber seguido las instrucciones del gobierno. La vida está regresando lentamente a cierto tipo de normalidad". Es más negativa su visión de cómo se ha gestionado en Inglaterra: "Me he mantenido al tanto. Mi hermana trabaja en un centro asistencial en la zona donde la pandemia ha golpeado con más fuerza. Aunque en mi familia no ha habido infectados, no puedo dejar de preocuparme. Comprendo que es un momento extremadamente difícil para cualquier gobierno del mundo, pero no puedo decir que esté de acuerdo en cómo lo ha afrontado el de Reino Unido. Todo se está abriendo otra vez para reactivar la economía y me preocupa que sea demasiado pronto. Espero que no se produzca un repunte".
La idea del Iberconsa es dar continuidad al plantel, incluyendo a su pareja británica. "Me haría feliz. Me gusta la ciudad. He conocido a gente estupenda. Trabajar con César, Pablo (el segundo entrenador) y los jugadores séniors como Agustín y Shelley nos ha permitido aprender mucho. Es una pena que la temporada haya tenido que concluir así. Espero que podamos disfrutar de la siguiente, camino de los Juegos".
