Fin de una relación. Los desencuentros entre la junta directiva del CD Valladares y su entrenador y representación de la plantilla de categoría nacional acabaron este martes con posiciones radicalmente enfrentadas. El Valladares cuenta con plaza en el grupo 1 de Primera Nacional, pero este verano parece destinado a afrontar una reestructuración si quiere salir en la tercera categoría del fútbol femenino español. Tras los conflictos vividos por el Erizana en 2015 y Matamá (2019), con la sección femenina del club baionés desmantelada un año después, y la desaparición de la FPR El Olivo en 2018, la entidad que preside Doro Davila afronta tiempos de polémica. No se sabe el número de jugadoras que saldrán, pero por la magnitud del conflicto la entidad necesitará prepararse para lo peor.

Aunque cada caso ha sido diferente, el del club de A Gándara muestra algunas similitudes con el baionés: la desbandada puede ser en bloque. Las fricciones en el Valladares vienen de la temporada anterior. A su término, la directiva rebajó las atribuciones de Couñago en el club. De dirigir todo el fútbol femenino, Gabi pasó a controlar solo el primer equipo. El preparador vigués lleva siete temporadas con el grueso de esta plantilla, primero en el seno del Centro Cultural (el CCAR), también allí con Davila como dirigente responsable del fútbol femenino. Con el ascenso a categoría nacional en 2018, el CD Valladares se ocupó del fútbol femenino de la parroquia.

Las relaciones entre las partes se han degradado de tal modo que la opción de acuerdo necesitaría una intervención divina. A preguntas de este diario, entrenador y jugadoras han optado por no hacer declaraciones por consejo de sus abogados.

Couñago ha pasado de pivote indispensable en el fútbol femenino del Valladares a solo entrenador. Se entiende como una pérdida de confianza y un recorte de poderes. No parece que la junta haya sabido acercarse a la plantilla, que se siente más afín al trabajo diario de su técnico que a la directiva.

La destitución de Couñago tras el partido ante el Arousana (2-2) en el Municipal de Vilaxoán, que abortó la plantilla días después y que no saltó a los medios de comunicación, marcó el principio del fin. En estos meses, el grupo se identificó con quien las ha formado durante años hasta que la situación se ha enquistado.

¿Y cómo se podría resolver una salida masiva? Gran parte del plantel del Erizana en 2015 pasó al Matamá para saltar el pasado verano al Viajes Interrías. Cuando en 2016 explotó internamente El Olivo, cinco jugadoras de gran calidad se fueron al Sporting de Braga luso y otras recalaron en el Sárdoma. Las categorías base sardomistas vivieron la marcha de un puñado de jugadoras con destino a Penedo da Moo en 2018 y un año después la desaparición de El Olivo llevó a buena parte del equipo de Autonómica al Pereiró.

En principio, el fútbol femenino local se gira expectante a los movimientos del Coruxo FC. Su presidente, Gustavo Falque, lleva dos años públicamente interesado en recuperar una sección que ya gestionó tiempo atrás. ¿Y la categoría? Solo se puede empezar, sin compra, trueque o cesión de plaza, desde abajo (2ª Autonómica).