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Muere Michael Robinson, el acento del fútbol

El popular exfutbolista fallece a los 61 años debido a un cáncer que se le diagnosticó hace 18 meses - Tras retirarse se convirtió en un referente en la comunicación por su estilo, rigor y desparpajo

Durante uno de sus partidos con el Osasuna. // Efe

Michael Robinson llegó a España a mediados de los ochenta para perseguir pelotazos imposibles en El Sadar y se quedó a vivir para siempre en el salón de casa de los aficionados, enganchados a su peculiar forma de contar el deporte, a su acento, a su sentido del humor y a esa honestidad que le ha convertido en uno de los grandes comunicadores que ha tenido un país que hoy le despide emocionado. Ha muerto a los 61 años, víctima de un melanoma incurable que se le diagnosticó hace dieciocho meses y que no le impidió cumplir casi hasta el final con sus obligaciones profesionales. El caprichoso destino quiso que hace poco más de un mes viviese su última transmisión en su adorado Anfield, en el estadio que visitaba de niño, donde llegaría a jugar dos temporadas para cumplir un sueño infantil. Posiblemente no habría elegido otro escenario para despedirse.

Robinson, el "guiri" como él mismo se anunciaba, se transformó en un compañero inseparable de los seguidores del fútbol, en una voz amiga, alejado siempre de esa división que se alimenta en España, preocupado por el protagonista pero sobre todo por el consumidor en cuyas casas entraba con sus chascarrillos, sus problemas de dicción y su sonrisa para explicarles lo que había pasado en un partido de fútbol, de rugby o de lo que fuese.

Poco podía imaginarse la vida que le esperaba en España cuando llegó a Pamplona en 1986 para convertirse en jugador de ese Osasuna que no encontraba en los mapas. "Debe ser un pueblo muy pequeño porque no aparece", le dijo a su familia antes de firmar por el conjunto que dirigía Zabalza. Era un delantero en constante pelea con su peso, baqueteado durante más de nueve años en la Premier y con una rodilla que llevaba tiempo pidiendo descanso. Se había formado en el Preston North End pero ya había defendido la camiseta del Manchester City y el Brighton -donde jugó tres grandes temporadas- antes de recibir la noticia de su vida. Jimmy Melia, su entrenador en el Brighton, le llamó un día a su despacho para comunicarle que había sido vendido al club más grande de Gran Bretaña. En la cabeza de Robinson sonaron muchos nombres que fue lanzando al aire. No se atrevía a pronunciar el nombre del Liverpool hasta que Meila, impaciente, le insistió: "Te digo que vas a jugar en el más grande". Ya no se dijeron más. Ambos se abrazaron emocionados. Michael Robinson fichaba por el Liverpool, el club del que era seguidor desde niño cuando acudía a Anfiel con su padre. Jugó allí dos años a las órdenes de Joe Fagan junto a Souness, Dalghlish, Ian Rush o los Kennedy. Ganó una Liga, la Copa de la Liga y la Copa de Europa de 1984 a la Roma en su propio estadio en la tanda de penaltis. Luego se marchó de Anfield llorando como un niño para recalar tres años en el Queens Park Rangers, el último club que defendió en su Inglaterra natal. Después vendrían las tres temporadas en ese Osasuna en el encajó por estilo y carácter. Llegó a jugar la Copa de la UEFA con el conjunto pamplonica antes de que su rodilla le dijese basta en 1989 cuando aún no había cumplido los treinta años.

Llegaría entonces una etapa aún más apasionante para él. Un año después comenzó a comentar partidos en Televisión Española. Su estilo, su acento, la forma de expresarse, su simpatía, pero también su criterio, encajaron en el público. Alfredo Relaño, que en aquel momento se hacía cargo de los deportes de la recién nacida Canal Plus, supo verlo con más claridad que nadie y le fichó. Michael Robinson invadió las casas de los españoles gracias a "El Día Después", un programa al que proporcionó una nueva forma de ver el futbol, de llegar al espectador, de tratarle. Introdujo un lenguaje nuevo, una visión diferente en la que combinaba a la perfección el sentido del humor con el análisis más detallado. Vendrían luego las retransmisiones de partidos en directo, su transformación en un símbolo para su cadena y en un fenómeno mediático global que, curiosamente, ganaría más reconocimientos profesionales en el mundo del periodismo que en el futbolístico. En 2007 inició una nueva aventura al ponerse al cargo de "Informe Robinson" en Digital Plus y "Acento Robinson" en la Cadena SER. Ha sido una obra antológica en la que, junto a un equipo de extraordinarios colaboradores, ha conseguido regalar alguna de las obras audiovisuales más impactantes de la historia del periodismo televisivo. Reportajes llenos de contenido, pero sobre todo de alma, por los que han desfilado los más grandes deportistas del mundo y también héroes anónimos protagonistas de relatos conmovedores. Es justo lo que prometió a sus colaboradores cuando empezaron y en la cadena le pidieron una especie de "30 for 30" (célebre programa de la ESPN). Y Robinson avisó "vamos a hacer algo mejor". Y lo cumplió fielmente hasta que un cáncer se lo ha llevado. Deja en España, el país del que se enamoró, una dolorosa sensación de orfandad y de vacío en esos salones que él hizo suyos.

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