Precariedad laboral, escasa cobertura en los medios de comunicación, brecha salarial (en el caso de que exista salario), discriminación y una Ley del Deporte que les niega la calidad de profesionales son algunas de las trabas que se encuentran las mujeres deportistas en su día a día. Aunque los avances han sido importantes en los últimos años, la realidad es que ser mujer y deportista sigue siendo una carrera de obstáculos.

En España, las licencias masculinas casi triplican a las femeninas (alrededor de tres millones por unas 800.000). Sin embargo, en cuanto a resultados, las mujeres medallistas internacionales duplican en número a los hombres, igual que en número de deportistas de alto nivel. "El deporte femenino, como ocurre siempre, está haciendo un esfuerzo por encima de sus posiblidades", apunta Mercé Barrientos, presidenta de la asociación Mulleres Deportistas Galegas (Mudegá), que recalca que "esos mismo datos se utilizan después para justificar que el deporte femenino está muy bien. Si el deporte femenino está tan bien es porque las mujeres, como siempre, están haciendo un sobreesfuerzo para hacerlo lo mejor posible con menos medios".

Estos serán algunos de los datos que Barrientos aportará en el Foro Universo Mujer, que se celebra desde hoy y hasta el domingo en Pontevedra. Entre otras cosas, hay una clara falta de seguridad jurídica y muy pocos datos sobre la situación del deporte femenino al no haber ayudas suficientes para poder llevar a cabo estudios u observatorios. Parece evidente la existencia de una brecha salarial entre hombres y mujeres también en el mundo del deporte, pero la realidad es que la mayoría de las deportistas no tiene contratos laborales, como mucho tienen contratos mercantiles, o reciben pagos en especie o en forma de dietas, algo que además no es legal.

"Tener una brecha salarial sería todo un avance, porque en la mayor parte de los clubes no hay salarios", apunta Barrientos. Y es que la Ley del Deporte de 1990 establece que el deporte profesional son dos ligas: el fútbol masculino y el baloncesto masculino, el resto de las ligas son asimiladas. Esto choca de lleno contra la Ley de Igualdad de 2007, que incluye también que no se pueden dar becas ni reconocimientos distintos a hombres y mujeres, pero sí que se patrocinan eventos deportivos en los que se dan premios diferentes. A principios de 2019 se aprobó un anteproyecto de Ley del Deporte, pero tanto el largo ciclo electoral posterior como la fuerte oposición que generó el texto entre la mayoría de las federaciones ha frenado su tramitación.

La escasa presencia en medios de comunicación (no llega al 2 por ciento) afecta directamente a la existencia de referentes para las futuras generaciones y también a la captación de patrocinios, que en el caso del deporte femenino se convierte muchas veces en mecenazgo, ya que son personas o empresas que apoyan económicamente de forma desinteresada, porque el beneficio en cuanto a imagen no se produce. En este sentido, Barrientos pide medidas concretas: "En los medios de comunicación públicos debería haber una cuota para el deporte femenino, porque tienen una responsabilidad y su rentabilidad debe ser social, no económica. Si queremos revertir una situación de desigualdad que venimos arrastrando desde hace más de un siglo, habrá que hacer apuestas para conseguirlo".

La presidenta de Mudegá ha observado cambios en los últimos años "porque la situación en la que estábamos era muy precaria", pero lamenta que los avances "no son hacia la igualdad, sino para subir algún peldaño en dirección hacia la igualdad, y hay una reacción que pretende presentar cada pequeño avance como un intento de agresión, como una violación de un statu quo que era perfecto para todo el mundo, obviando que para la mitad de la población no era perfecto".