El Coruxo cerró de forma más que positiva la fase de la temporada en la que se enfrentaba a los tres primeros clasificados, Atlético Baleares, Ibiza y Atlético de Madrid. Cuatro de los nueve puntos disputados permiten a los vigueses acercarse un poco más a la ansiada permanencia y, como decía en sala de prensa el entrenador del Coruxo, Michel Alonso, no faltar mucho para comenzar a pensar en otros objetivos.

Dicen que el fútbol es de listos, pero también lo es de aquellos que saben adaptarse a las circunstancias con rapidez y cambiar los planes de buenas a primeras. Ayer, bajo un intenso aguacero, el Coruxo supo adaptarse a un terreno de juego que acumulaba una excesiva cantidad de agua y que impedía el toque en corto. Todo lo contrario del filial colchonero, que naufragó totalmente y que a los cinco minutos de juego ya había encajado el primer gol. Fue en una jugada de estrategia, a balón parado, pero suponía un tesoro demasiado importante para un partido en donde la condición física jugaría un partido determinante.

Los vigueses fueron muy listos. Se dieron cuenta de que los colchoneros querían jugar en corto, por lo que ejercieron una presión sobre su salida del balón, muy arriba, que ahogó a los madrileños, que eran incapaces de llegar al área defendida por Alberto. De hecho, es difícil encontrar un disparo del Atlético de Madrid B entre los tres palos.

Sobre la piscina de O Vao había solamente un equipo, el Coruxo, que jugaba a placer y, lo más importante, no dejaba que los colchoneros jugaran, que estuvieran cómodos sobre el terreno de juego, y perdieran el balón con una pasmosa rapidez. El problema era que el dominio del Coruxo no se traducía en goles, a pesar de las oportunidades de Añón y Mateo, con lo que el marcador no se movía de la mínima victoria local.

El segundo tanto fue obra de la constancia y de no dar un balón por perdido, ya que Diego Conde, portero colchonero, perdió un balón que tenía atrapado y Mateo, desde el suelo, mete el balón al área pequeña para que Silva lo empuje al fondo de las mallas. La locura. Seguro que nadie de los que acudieron al campo de O Vao esperaban una victoria tan cómoda, y es que el Atlético de Madrid no podía dar dos pases seguidos y se estrellaba ante un equipo que se gustaba jugando al fútbol.

Había interés por ver la salida del Atlético de Madrid en la segunda parte. Daba la impresión de que habían aprendido la lección de jugar en corto, pero esa sensación duró poco. El Coruxo aprovechó que los colchoneros adelantaron líneas para intentar hacerse con el balón en la frontal y salir con velocidad a la contra. Dada la situación del terreno de juego exigía una gran desgaste físico, pero pudo dar sus frutos pasados los diez minutos de juego, cuando Mateo se vuelve a quedar solo ante Diego Conde y estrella una vez más el balón en su cuerpo.

El partido estaba roto. El técnico madrileño reforzó el centro del campo para encontrar a Camello, que tenía que bajar al centro del campo para poder tocar un balón, pero ni con esas conseguían enlazar alguna jugada de ataque. Alonso, por su parte, metió a Sylla por Silva para intentar aprovechar uno de esos balones en largo, y el delantero no falló. En su primer intento recibió una carga que lo llevó al suelo sin que el colegiado del encuentro señalara el punto de penalti, pero en la siguiente no dudó y señaló el punto fatídico.

El Ouatani no falló y sentenció el partido, a pesar de que todavía faltaban veinte minutos para la conclusión del encuentro. Tiempo en el que el Coruxo se limitó a controlar a un Atlético de Madrid B que seguía sin ser capaz de disparar entre los tres palos, perdiendo la oportunidad de quedar segundos.