La derrota ante el Uribealdea (31-19) había sido solo un alto en el camino, producto de la escasa convocatoria que a veces los compromisos de sus jugadores amateurs provocan. El Kaleido Universidade de Vigo prosigue su galope hacia la permanencia con su quinta victoria en los últimos seis encuentros. Pero no ha sido solo un éxito más. En As Lagoas se vivió una auténtica exhibición de rugby total que desembocó en el marcado más estruendoso desde los tiempos de Autonómica. Y no ante un adversario frágil sino ante el quinto clasificado, un Universitario Bilbao que en la primera vuelta se había impuesto 16-10.

El vuelco ejemplifica la progresión que Pablo Cabrera ha inculcado a sus hombres. El entrenador argentino sí pudo disponer ayer de la mayoría de sus piezas principales y sin achaques; la consecuencia, un juego de ritmo elevado y constante, imperial en las fases de conquista e incisivo con el balón a la mano. Prácticamente la perfección en lo que se puede aguardar en División de Honor B.

El Kaleido se había preparado para un duelo físico. Pero el equilibrio apenas duró unos minutos. El Bilbao no volvería después a introducirse en la 22 viguesa hasta el minuto 68 e incluso en ese momento, con el choque totalmente resuelto, no quiso el XV del Olivo concederle el ensayo de consuelo a sus adversarios.

Tampoco es que los locales se pasasen mucho rato en la 22 bilbaína. Siempre entraron a degüello cada vez que pisaron las inmediaciones del ensayo. Y de maneras tan diferentes que el Universitario jamás supo por dónde le llovían los golpes. El Kaleido supo convertir las fases estáticas en dinámicas de manera automática, sosteniéndose en la melé, apretando con el maul y acudiendo con hambre al ruck. Ezequiel Gabardos y Facundo Fernández eligieron bien en tiempos y dirección. Y con el Universitario Bilbao ya desmochado, tanto Gutiérrez como De Cabo, también Uru en la segunda mitad, hicieron sangre por las alas.

Sobresale especialmente, dentro de una majestuosa actuación coral, la figura de Gabardos. El argentino había jugado varios partidos con una rotura fibrilar e incluso tuvo que parar. Había reaparecido la semana anterior, pero aún convaleciente. Ayer desplegó el rico catálogo que posee, especialmente la precisión de su pierna izquierda, tanto en las conversiones como a la hora de resituar el oval en las zonas deseadas de la cancha. Todos lo acompañaron con placajes férreos, continuidad en la delantera, anticipación en la línea y escasos errores en comparación con el adversario; rugby total en suma en As Lagoas.