Para la Federación Española, según el acta y su web, el Kaleido Universidade de Vigo perdió ayer 25-30. Un error aritmético, aunque posiblemente el XV del Olivo sienta como derrota su empate con el AVIA Eibar. Los vigueses llegaron al minuto final 25-17. Consintieron la remontada vasca en un último arreón, por descontrol y cansancio. E incluso pudieron perder. Gaizka Arrizabalaga falló una transformación sencilla que hubiera supuesto el 25-27. El alivio, en ese desbocado vaivén emocional, no compensa la amargura de lo que se ha escurrido entre los dedos.

El Kaleido se plantó en As Lagoas sin los hermanos Gutiérrez, Uruburo, Alvariño... Con el cuerpo aún tiritando debido a la grave lesión de Xian Pazos con el equipo de Autonómica. Contra lo que se acostumbra en una categoría amateur, el conjunto visitante disfrutó de más piezas de recambio que el local.

Las bajas pesaron a la postre en un partido de juego cerrado y colisión, muy agresivo para el físico de los jugadores -Facundo Muñoz acabaría sustituido con problemas musculares-. El Kaleido no rentabilizó adecuadamente el dominio en posesión y sobre todo territorial que ejerció en la primera mitad. Gabardos, además, se hizo daño en la pierna en su segundo pateo y tuvo que ir alternándose después en esta suerte con Carlos Davila.

Ese primer periodo sirvió de simulacro del posterior. El Eibar acabó más fresco y solo una pantalla, muy protestada por los vascos, mantuvo el 14-3 al descanso.

El XV del Olivo tomó oxígeno en el vestuario. Encajó bien el 14-10 y volvió a controlar el juego; consistente en los placajes, superior en la touch, firme en la melé. Pero sin romper lo suficiente como para gestionar con tranquilidad sus menguantes energías.

La marea volvió a cambiar. El 22-17 elevó la angustia local. Los errores propios del Eibar ayudaron a domeñar la reacción visitante. Gabardos le exigió un último esfuerzo a su zurda para anotar un golpe de castigo que elevaba la diferencia a 25-17 a falta de cinco minutos.

El Eibar no arrojó la toalla. Se notaba más fresco en las zonas de contacto y las fases de conquista. Con todo, ni siquiera ellos parecían soñar ya con la victoria. Con golpe de castigo a favor, Gaizka Arrizabalaga preguntó al árbitro cuánto faltaba. Raposo elevó un dedo y el zaguero eibarrense optó por los palos para asegurar el bonus defensivo. Gabardos alejó el oval en el saque posterior, ya con el tiempo cumplido. Cualquier imprecisión, infracción o recuperación suponía el finiquito. Pero el Eibar equilibró seguridad y continuidad; el Kaleido tembló en los placajes. Tiuete Asi ensayó con la suficiente comodidad como para asegurar una transformación sencilla.

Gaizka Arrizabalaga, seguro toda la mañana, se preparó para culminar la remontada. Enfrente, un XV del Olivo desolado. Pero sus trescuartistas mantuvieron un último hálito de fe. Cuando el rival inició su movimiento, corrieron hacia él como alma que lleva el diablo, desesperados. Un gesto normalmente rutinario. Esta vez sirvió para despistar a Arrizabalaga, que torció el disparo. Después habría otro desliz diabólico, en el acta. Se envió una con 25-25 y apareció otra con 25-30. Ya se ha cursado reclamación.