El Coruxo logró una victoria muy importante en Luanco. Y lo hicieron remontando el marcador y anotando tres goles, lo que sin duda dará confianza a un conjunto que atravesaba una mala racha de resultados y es el equipo menos goleador del Grupo 1 de Segunda B.

Entrando ya en lo que fue el partido, éste no pudo empezar peor para los de Míchel Alonso porque sin tiempo de asentarse en el pesado terreno de juego de Miramar a los cuatro minutos recibieron un gol en un saque de esquina. El autor del gol fue Mika, el nueve local demostró su olfato de gol marcando adelantándose a una pasiva zaga verdiblanca. Se complicaban mucho las cosas para el Coruxo que empezaba por detrás en el marcador y tenía que ejercer una presión muy alta y jugar con rapidez con el objetivo de llegar al área rival y crear ocasiones de gol. Y las peores previsiones se cumplieron porque el conjunto vigués dio un paso al frente y estiró líneas pero era muy complicado jugar con rapidez porque el barro acumulado en Miramar y que frenaba constantemente el balón hacía imposible que este circulara con rapidez lo que beneficiaba a los intereses de un Marino de Luanco que con la ventaja en el marcador replegó líneas y juntó hombres en el centro del campo con un único objetivo, destruir juego y generar constantes interrupciones para que el Coruxo no pudiera entrar en el partido o presionar sobre su área. Así, los minutos iban pasando para desesperación de Míchel Alonso en la banda que veía como el gol en contra era una losa y que sus jugadores eran incapaces de acercarse al marco rival, ni tan siquiera con balones colgados al área. Tal era la desesperación que el míster del Coruxo ni esperó a la segunda parte para realizar un cambio ofensivo. En el minuto 37 un delantero, Sylla, entraba al césped, por decir algo, en sustitución de un defensa, Carlos Torrado. Con este "quiero y no puedo" de los gallegos se agotó la primera parte.

En la segunda parte salió otro Coruxo al terreno de juego. A los tres minutos de la reanudación Jonathan Vila empató el partido en una jugada en la que Yebra botó una falta lateral al corazón del área y allí el mediocentro remató con fe para poner el empate a uno en el marcador. La jugada fue muy embarullada hasta el punto que el colegiado anotó en el acta que el gol fue Miguel Prado en propia puerta. A pesar de lo pesado del terreno de juego los dos equipos subieron el ritmo y se libró una batalla muy dura en el centro del campo. El Coruxo quería más pero los luanquinos jugaban en casa y tampoco daban su brazo a torcer. El resultado estaba siendo una segunda parte trepidante en la que era admirable la entrega y la lucha de los 22 hombres sobre el terreno de juego. Viendo esta derroche de energía la incógnita era saber que equipo llegaría más entero al tramo final del partido que se antojaba decisivo. En plena batalla estaban cuando en el minuto setenta el Coruxo se plantó en el área rival y sacó petróleo de esta acción, un penalti que transformó Silva y que además le costó la expulsión a un desafortunado Miguel Prado. Parecía imposible pero lo más difícil estaba hecho, los de Míchel Alonso habían culminado la remontada ante un rival joven, con mucha energía y aún más luchador y un terreno de juego cada vez más pesado conforme pasaban los minutos. Sin embargo, el Coruxo había tirado de oficio y experiencia para voltear el marcador. Ahora cambiaba el guión y eran los gallegos los que tenían que juntar líneas y estar atentos en defensa para conservar la renta ante un rival que no se iba a rendir a pesar de jugar en inferioridad numérica. El Coruxo resistió el empuje de un Marino de Luanco cada vez más cansado y con menos ideas con el paso de los minutos. El partido llegaba al final, los gallegos veían cada vez más cerca la victoria que le certificaron con un tercer gol en el tiempo añadido. Fue otra jugada desgraciada para los de Oli.