David Villa contribuyó con sus goles y su papel como "falso 9" a la mejor generación de la historia de la Roja, y ahora ha vuelto a sorprender al mundo del fútbol al anunciar su retirada en Japón para fundar un nuevo club en Nueva York.

Con su exótica aventura en el Vissel Kobe de la liga japonesa, Villa pondrá punto y final a su carrera como profesional de casi dos décadas, aunque seguirá ligado a este deporte en su nuevo destino y precisamente en la ciudad que supuso el inicio de su periplo por cuatro continentes.

El "Guaje", que sobresalió desde sus inicios por su velocidad y su facilidad para el desmarque y la definición, llegó en enero a la J-League como fichaje "bomba" para acompañar a Andrés Iniesta en el Vissel, y colgará las botas apenas doce meses después y cuando cumpla 38 años.

"Prefiero dejar el fútbol antes de que el fútbol me deje a mí", dijo el jugador en una emotiva rueda de prensa convocada ayer miércoles en Kobe y de la que no se ofrecieron detalles previos, donde dedicó palabras de agradecimiento hacia todos los clubes por los que ha pasado.

En su despedida, quiso acordarse del Sporting de Gijón, "el equipo de mis sueños de niño" en cuya cantera se formó, del Zaragoza, con el que se convirtió en internacional y consiguió sus primeros títulos, y del Valencia, donde pasó su estancia profesional más larga que le permitió "consolidarse" con la Roja. Mencionó además su etapa en el Barcelona formando parte "del mejor equipo del mundo", según sus propias palabras, y la "intensa" temporada que pasó en el Atlético de Madrid, donde ganó una Liga.

Durante la época dorada de su carrera llegó a ser máximo goleador nacional de la Liga en tres ocasiones (2006, 2007 y 2010), además de "Pichichi" de la Eurocopa de 2008 y Bota de Plata del Mundial de 2010.

Para el recuerdo quedarán sus goles con la Roja del "tiquitaca" que se proclamó campeona europea y mundial, y unos registros difíciles de igualar que lo sitúan como máximo goleador de la selección (59 tantos en 98 partidos jugados entre 2005 y 2017).

"Cada uno de esos partidos con la selección fue para mi un sueño, y son lo más grande que he podido hacer como futbolista", dijo el "Guaje" en su despedida.

La grave lesión de tibia que sufrió en 2012 con el Barcelona le impidió formar parte de la selección durante la Eurocopa de ese año también conquistada por la Roja, y marcó un antes y un después en su brillante trayectoria.

El "7" decidió abandonar el Atlético en 2014 para emprender "un nuevo reto" en el New York City FC, que le había planteado una oferta "irrechazable", según dijo entonces.

Se convirtió así en el primer fichaje de un equipo que comenzaba a competir en la Major League estadounidense en 2015, aunque antes de arrancar esa competición jugó varios cuatro como cedido en el Melbourne City australiano. En ambas ligas mantuvo unos registros espectaculares, con un promedio de 1,5 tantos por partido.

Su etapa neoyorquina, que se prolongó hasta 2018, le permitió "abrir fronteras" y "disfrutar de un club que empezaba desde cero y establecer una conexión personal muy grande con Estados Unidos", según recordó en su rueda de prensa en Kobe.

Villa valoró su estancia en Nueva York como "muy feliz" y calificó la ciudad como "maravillosa" y capaz de "ofrecerlo todo" para él y su familia, en una entrevista concedida a Efe en 2016, donde también dijo que la MLS era una liga "muy competitiva y atractiva".

Por esos mismos motivos ha decidido ahora involucrarse en la creación de un nuevo equipo en el distrito neoyorquino de Queens, el Queensboro FC, que en 2021 comenzará a competir en la USL estadounidense (una categoría profesional por debajo de la MSL).

"Queens siempre mostró mucho amor hacia mi y hacia mi familia cuando estuvimos en Nueva York. Para mi es un sueño construir un equipo profesional allí", dijo el ariete a través de su cuenta de Twitter.

De Japón, Villa se lleva "una fantástica experiencia profesional y personal", además de un bagaje de 12 goles en 26 partidos que podrá seguir ampliando hasta que acabe la liga nipona en diciembre, así como en la Copa del Emperador, un trofeo que afirmó que quiere ganar justo antes de decir definitivamente adiós a los terrenos de juego.