De nuevo agarrado a Álvaro Morata, el promotor del 1-1 y el goleador del 2-1, el Atlético de Madrid sorteó un partido comprometido, esquivó la acechante crisis, superó otro primer tiempo alarmante y remontó al Espanyol, mejor hasta el descanso, cuando surgió un conjunto rojiblanco distinto.

Con los mismos once futbolistas, pero con otra idea, otra intención y, sobre todo, con la ambición que no había tenido antes y que debe exigirse un equipo como el Atlético, que jugó al filo del fiasco durante los primeros 45 minutos, doblegado por un rival mejor y más concreto en cada sector hasta el 1-1 al borde del descanso, y que se sostiene a un punto del líder, pero todavía a trompicones.

Un alivio en los actuales tiempos en el Atlético, como lo fue el pitido del árbitro para anular un gol al Espanyol en el minuto 85, por una supuesta falta antes del cabezazo. La polémica final del partido, cuando el conjunto blanquiazul aún insistía en la igualada, tanto como jugaba con fuego el equipo rojiblanco, arrinconado atrás, hasta que Koke Resurrección sentenció al contragolpe en el 92.

El Atlético disputó otro primer tiempo deprimente, como tantos en esta temporada, como en Vitoria, en Sevilla o en Leverkusen. ¿La responsabilidad? Algunas veces del planteamiento de Simeone, otras de la ejecución de los futbolistas y este domingo mucho más de lo primero que de lo segundo, con una puesta en escena vulgar.

Al penúltimo de la clasificación, a sus tres centrales y a su agresividad en el medio campo, le entregó la posesión como si tal situación, el poder del balón, no fuera con él; ni le acechó ni le presionó de verdad y ni siquiera se planteó jugar en corto en los saques de Jan Oblak, todos en dirección a la prolongación de Saúl.

No hubo determinación en el Atlético, que limitó su plan a esperar el fallo ajeno en algún pase para lanzar el contragolpe, para rebuscar en la velocidad de Vitolo, Morata o Correa la transición inexistente del centro del campo, donde fue especialmente evidente el naufragio, como también en una defensa más que apurada.