La rotura de mano sufrida por el base Stephen Curry en el partido de ayer ante los Suns de Phoenix es un nuevo golpe para las aspiraciones de los Warriors de Golden State, que tampoco pueden contar con Klay Thompson, lesionado en las pasadas finales. Las pruebas médicas determinarán si es necesario pasar por el quirófano.

A ocho minutos y medio del final del tercer cuarto, con los Suns en franca ventaja de 83-54, Curry hizo una entrada por la izquierda y atacó la canasta entre el alero Kelly Oubre Jr, que le seguía, y el pívot australiano Aron Baynes, que le esperaba parado en la zona. Curry saltó entre ambos y el contacto le hizo caer de cabeza; apoyó las manos y en ese instante se le vino encima del brazo izquierdo Baynes, de espaldas, que le aplastó la mano. Baynes mide 2,08 m y pesa 118 kilos. Curry se quedó tendido en la cancha unos segundos con gestos de dolor y luego, con sonrisa de circunstancias, se encaminó hacia los vestuarios.