Palo durísimo el que se lleva el Celta del Benito Villamarín. Quizás el definitivo para su entrenador, Fran Escribá. Un Betis atenazado y con una propuesta muy pobre se llevó los tres puntos sobre la bocina, después de que los vigueses hiciesen méritos suficientes para ganar el partido en la segunda parte. Una vez más, encuentro muy cerrado, que se decidió en detalles. No es que el Celta fuese inferior, pero volvió a salir cruz, y ya son demasiadas veces cuando han transcurrido 11 jornadas.

Empezó el equipo vigués mejor plantado, aprovechando los nervios que reinaban en el conjunto bético, con su entrenador, Rubi, también en la picota. La alegría duró poco: a los ocho minutos una colada de Canales por banda izquierda con un centro atrás que nadie acertó a despejar acabó en remate del lateral derecho, Emerson.

Tras el gol, los vigueses se quedaron sonados. Amenazaba debacle, con los jugadores como flanes, pero los sevillanos tampoco están para muchas alegrías. Así que poco a poco el equipo se recompuso, aunque sin acabar de crear peligro. Muy en la línea de lo que va de temporada. En esas estaban cuando Borja Iglesias, tras error infantil en la salida de la pelota tuvo el segundo. Apareció Rubén Blanco y le dio a su equipo la oportunidad de intentarlo después del descanso.

En el intermedio Santi Mina, tocado, se quedó en la caseta y en su lugar entró Brais Méndez. Rafinha se metió por dentro, casi como mediapunta. Sea por el cambio táctico, por la necesidad o por el canguelo del rival, el caso es que el Celta fue encerrando al Betis y las ocasiones empezaron a gotear. Un tiro de Lobotka, otro de Denis y un cabezado al palo de Aidoo pusieron los nervios en la grada bética.

Hasta que alrededor del minuto 70, en una de las muchas jugadas embarulladas en el área de Joel Robles, Borja Iglesias paró con el brazo un disparo. El VAR advirtió al árbitro, que no dudó. Iago Aspas se olvidó de Panenka y aseguró con un tiro raso y bien colodado. El de Moaña, al margen de mostrar una versión muy mejorada, cumplió su reciente promesa en La Resistencia.

A partir de ahí, el partido tomó un cariz de últimas 10 jornadas. El Betis intentó deshacerse del dominio, con el estadio en pánico, pero daba la sensación de equipo zombie. El Celta, aún con los jugadores muy cansados, parecía más cerca del gol, aunque no se acaba de decidir a buscar los tres puntos. La tuvo Rafinha con un tiro durísimo que Joel sacó de la escuadra.

Y en esas andaban cuando de lo mejor del Celta esta temporada, la pareja de centrales, naufragó. Aidoo cometió una falta innecesaria junto al córner. Araújo despejó el centro con candidez y el balón le cayó a Fekir, que la colocó junto al palo. Imposible para Rubén. Ya no hubo opción para mucho más. El Celta cae a puestos de descenso con la incertidumbre de si el domingo, en el banquillo de Balaídos, será Escribá el que se siente para tratar de revertir la situación.