El Atlético de Madrid retomó el pulso a la Liga con una victoria contra el Athletic Club, promovida y resuelta por el argentino Ángel Correa, el asistente de los dos goles de Saúl Ñíguez y Álvaro Morata y la diferencia del partido junto al portero Jan Oblak, desde cuyas paradas construyó un triunfo revitalizante.

Por uno y por otro, porque fue mejor en el lugar más determinante del fútbol, cada área, y por su efectividad sobre el marco rival, el equipo madrileño derribó una serie de tres empates, ejerció presión sobre el liderato del Barcelona y se reencontró con su afición y con su estadio, donde no ganaba en la Liga desde el 1 de septiembre.

Un relanzamiento más cuantificable en el marcador o en la tabla que en el juego, tan práctico como reclamaba Diego Simeone en la víspera.