Fuera del pabellón, de sus paredes acristaladas, llovía con fuerza. Una lúgubre tarde de octubre, con el frío ya calando en los huesos. Dentro, en cambio, había luz y calor. En Navia floreció ayer la primavera o al menos un efímero atisbo de ella. Celta Zorka Recalvi y Estudiantes Movistar convirtieron su duelo, apenas el segundo de la temporada regular, en un ensayo del play off que ambos pretenden asomándose a abril. Un choque intenso a nivel físico, complejo en lo táctico, con fases estables y otras de arreón. Ganaron las celestes en los detalles, más corales en su despliegue, más atinadas en el tiro libre. El esfuerzo les confirma que este año, con los conjuntos madrileños en su grupo, las cuatro primeras plazas estarán más caras. El resultado alienta su optimismo en ocupar una de ellas.

El mérito celeste se acrecienta por las circunstancias. Itziar Germán, sabia y versátil, sigue lesionada del tobillo. Heimi Tulonen, uno de los fichajes, que ante el Arxil exhibió un interesante tiro de media distancia, amaneció enferma. Las dos bajas limitaron la rotación interior. Cantero exprimió más a Edeferioka (33 minutos) y a Breanna Richardson (35), a la que empleó exclusivamente como ala-pívot. Noa Comesaña aportó actividad en el descanso necesario. Cantero recurrió a un quinteto bajo cuando pudo o debió. Siempre tuvo un recurso más en su libreto.

Ayudó que Cuevas, la enorme pívot visitante, se cargara enseguida con dos faltas. También Judy Jones, la ágil escolta. Componen junto a Leslie Knight el trío sobre el que edifica Cristóbal Galindo sus sistemas. Aportaron 38 de los 61 puntos del equipo. En el Celta Zorka Recalvi cinco jugadoras estuvieron en dobles guarismos.

El primer cuarto estableció las pautas generales en cuanto a dureza y agresividad. También en el desacierto mutuo en el tiro exterior (20% y 25% respectivamente en los triples, que llegaron hacia el final del partido). Los árbitros consintieron el cuerpo a cuerpo. Se mostraron consistentes en este criterio. El Estudiantes llegó a dominar 10-14 y 14-18. El Celta apostaba por una presión elevada en la defensa individual y caía a veces en el sobremarcaje, sin ensamblar las ayudas. En ataque cargaba bien el rebote. El 17-18 del parcial resultó una buena noticia.

El segundo cuarto fue similar en las alternativas y las mínimas ventajas. Sostenerse con firmeza, sin embargo, apuntaló al Celta como una inversión de futuro. Cantero protegió a Senosiain, con dos faltas. La navarra estuvo sentada durante esos diez minutos. Y aunque el equipo pareció acusarlo al principal con una excesiva horizontalidad, acabó encontrando pasillos en la pintura, especialmente a través de Richardson. La estadounidense sigue en proceso de aclimatación. Aparece de manera intermitente y todavía no calibra bien el lanzamiento exterior. Pero mezcla peso, fuerza, velocidad y técnica.

El pulso apretado de la primera mitad (32-31), con el Celta asentado en zona durante algunas fases, se desató en un vaivén continuo a partir del tercer cuarto. El conjunto local amenazó con romper (39-31) en sus mejores minutos. Un triplazo forzado del Estudiantes y dos pérdidas celestes propiciaron la reacción. Ahora fue Galindo el que le arrojó a las célticas una zona que tardaron en descifrar. Un parcial de 2-15 situó el partido en un preocupante 41-46. Senosiain asumió el protagonismo y Noa Comesaña completó la reacción (49-46).

El juego había quedado desprovisto de cualquier reserva o prevención. Ningún entrenador escondía trucos. Ninguna jugadora ahorraba energías. El Celta Zorka entró en bonus a falta de siete minutos. El Estudiantes, que concluyó con un pobre 50% desde la línea, no lo aprovechó. Desde el 56-59 las célticas fueron hociqueando mejor cada punto, sufrido a dentelladas. Y aunque Barneda perdió un balón importante con 63-62, Knight se lio en la zona, cometiendo tres segundos, y Senosiain, ella sí certera en los tiros libres, no perdonó.