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fútbol - Segunda División B

Vivir para contarlo

Pedro Vázquez, jugador del Pontevedra y ex de Celta B y Coruxo, está a punto de licenciarse en Periodismo

En el Celta B (2007-2011).

En Pedro Vázquez se combinan lo concreto que es y lo variado que podrá ser, su realidad y sus proyectos. Futbolista de referencia en la clase media gallega, Luismi lo tiene en el Pontevedra entre sus piezas más útiles. Pero el vigués, recién cruzada la treintena, hace tiempo que se prepara para ese segundo tomo de su vida que se abrirá cuando se retire como jugador. Vázquez ha realizado los cursos de entrenador. Tiene en perspectiva el de director deportivo. A lo común añade otro campo: le faltan pocas asignaturas para licenciarse en Periodismo. Ahora protagonista, en el futuro podrá ejercer de relator con el poso de saber qué sucede al otro lado, cuando las puertas se cierran. Vive para contarlo.

Pedro Vázquez, extremo de brega y talento, dividió su etapa formativa entre el Celta y el Villarreal, canteras prolíficas. Fue superando todos los filtros. Militó en el filial celeste y al concluir su contrato, con 22 años, se fue al filial amarillo. El paraíso parecía al alcance de su mano. Se quedó en esa frontera, la última pero la más hermética, que aisla al primer equipo. El fútbol de lujo se le negó. Se ha consolidado en Segunda División B: Orihuela (2012-2013), Coruxo (2013-2017), Melilla (2017-2018) y Pontevedra, donde sigue.

"Yo había estudiado hasta Bachillerato. Lo dejé cuando llegué al Celta B. Entrenas por la mañana y lo dejas de lado porque te va bien el fútbol. Le pasa a muchos chavales. Y es un error", reflexiona, observándose de joven. Vázquez no solo ha sabido reinventarse como profesional, sin la perniciosa nostalgia de lo que pudo haber sido. Empezó a cavilar sobre su futuro bien temprano. La epifanía le llegó al regresar a Vigo desde Orihuela, cuando fichó por el Coruxo, con apenas 24 años. "Seguía disfrutando igual del fútbol, pero me vino la madurez de ir pensando en el después, aunque fuese pronto. Había que decidir qué hacer. Estoy contento de haberlo pensado ya en ese momento".

La posibilidad de cursar Periodismo se la comentó un conocido de la Radio Galega. "Me gustó la idea y me dije: 'Vamos a ver cómo va'", narra. Sujeto a la rutina de los entrenamientos y la trashumancia del oficio de futbolista, la Universidad a Distancia de Madrid le ofreció la alternativa adecuada. "Era lo mejor por comodidad. Ir a Santiago, si no juegas en un equipo de allí, es complicadísimo", argumenta.

Se decidió y ha sido tan consecuente como tenaz, adaptando el ritmo de estudios a las demás obligaciones. "Fui poco a poco al principio, cogiendo pocas asignaturas", indica. Le quedan entre siete u ocho por aprobar, entre las obligatorias y las optativas, más el trabajo final, para completar el grado. "Además tienes que hacer prácticas vía on line y prácticas en una empresa. En la universidad a distancia te dan los medios pero no es igual que en una presencial. Te tienes que buscar la vida para sacar rendimiento a lo que estás estudiando". Calcula que concluirá en año o año y medio. Aunque no descarta aprovechar las convalidaciones para acceder también a Comunicación Audiovisual, su idea inicial es realizar algún máster de Periodismo Deportivo.

Vázquez desprovee su rutina de heroicidad alguna. "En el día a día el jugador tiene mucho tiempo libre. A veces sales de entrenar a la una del mediodía y no tienes nada que hacer hasta la mañana siguiente. Puedes acudir a la biblioteca por la tarde. Depende de la vida de cada uno. Tengo un hijo y con la madre nos arreglamos muy bien. A lo mejor cuando tienes exámenes resulta más complicado, pero no me cuesta organizarme".

Advierte que no todo se resuelve acusando a los jugadores jóvenes de inconsciencia o vagancia: "El fútbol te exige constancia diaria. Los chavales que estudian en la Universidad luego se van a su casa o salen si quieren, no tienen más en qué pensar. Hay jugadores que estudian, pero en Segunda B, Segunda o Primera, con otro tipo de vida, es complicado". En todo caso, difunde lo que él mismo ejemplifica: "Está claro que llega un momento en que tienes que pensar en lo de después, porque esto se acaba. A mí me pueden quedar cuatro o cino años y pasan volando".

Su inclinación hacia el periodismo "no es una vocación de niño, de toda la vida", admite. "Es algo que me abre la puerta a seguir conectado con el fútbol o con el deporte, que es lo que me gusta. Llevo muchos años y es de lo que puedo saber, no sé si mucho o poco, desde otra perspectiva". A esa hoja de ruta que incluye el fútbol como horizonte responden sus otros estudios, los ya realizados de entrenador y el de director deportivo por realizar: "Lo tengo que enfocar a lo que llevo haciendo toda la vida. Esa es la idea, después nunca se sabe, que sea lo que Dios quiera".

De entrada, y más allá de la rentabilidad que extraiga, el conocimiento de otros roles le ha enriquecido como jugador: "Tú tienes que entender el trabajo del periodista. En la relación con el entrenador es lo mismo. El jugador solo piensa en sí, es egoísta por naturaleza. Estos cursos me han permitido aprender el papel de las personas con las que te relacionas".

Sus compañeros en la plantilla del Pontevedra conocen su situación. "Lo entienden. Se meten mucho conmigo, pero en plan cachondeo. Saben que no voy a filtrar nada", avisa, por si se le pudiese suponer la indiscreción en el afán comunicativo: "yo, primero, sigo siendo jugador antes que cualquier cosa".

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