Shelley Cronau está atrapada en el laberinto burocrático que separa Australia de España, más inextricable que sus 15.700 kilómetros. La jugadora del Iberconsa Amfiv necesita una silla de paseo y otra de juego. No posee el dinero necesario. Si viviese en su país natal, el Estado australiano le costearía el material. Residente legal en España, aún no sabe si aquí tendrá derecho a alguna ayuda, que en todo caso no cubriría sus necesidades. Su plan es buscar patrocinios privados, sin descartar la microfinanciación colectiva, aunque admite: "Odio pedir dinero".

Cronau sufre las incomodidades de pertenecer a dos mundos que en muchos sentidos se dan la espalda. Australiana casada con el vigués Agustín Alejos, internacional con su país y pieza clave en el Iberconsa Amfiv, rostro reconocible y casi icónico del deporte olívico pero extranjera... Las cuestiones legales entre los dos países presentan una especial complejidad. Su matrimonio con Alejos, celebrado en Queensland, tardó mucho en obtener la validación española. No se le reconoce el carnet de conducir.

Las incompatibilidades afectan ahora a su movilidad cotidiana y deportiva. Cronau compró hace cinco años su actual silla de paseo, que acusa el desgaste. Las piezas móviles se empiezan a caer. La deportiva se la adquirió a un conocido en 2018. Pero su cuerpo ha cambiado. Ha perdido siete kilos, de 54 a 47, gracias a una dieta estricta -se ha pasado un año sin tomar una sola gota de alcohol- y un programa de entrenamiento más exigente. Y las sillas, especialmente la deportiva, deben ajustarse con precisión al cuerpo que transportan.

Cronau afronta una temporada importante. La selección femenina australiana disputa en noviembre el clasificatorio olímpico aunque su presencia en Tokio, considerando el potencial "aussie", se entiende como garantizada. Es otro argumento en su necesidad de una silla deportiva más dinámica. En el Iberconsa, Cronau desempeña labores de intendencia: bloquea, se aplica en el "man out", abre caminos... En la selección su papel es mucho más activo, en control y tiro, y se le exige mayor manejo.

Si Cronau residiese en Australia, no tendría problemas. El Gobierno asume el coste íntegro de todo el material que necesiten, previa aprobación de un supervisor, aquellas personas que sufren paraplejias o amputaciones a causa de acontecimientos traumáticos (que no sea de nacimiento). Pero Cronau tiene su residencia oficial en España como cónyuge de Alejos, lo que además necesita porque los jugadores de silla no tienen consideración de deportistas de élite -el Iberconsa Amfiv lleva semanas intentando arreglar el visado del argentino Franco Alesandrini-.

Cronau y Alejos indagan ahora si el Estado español ofrece ayudas en sus circunstancias. En dos semanas tienen cita con la asistente social. En el mejor de los casos, a Cronau le proporcionarían solo la silla de paseo, hasta un valor de 2.000 euros y del modelo pesado, diseñado para las personas que acaban de abandonar el hospital y empiezan a valerse por sí mismas.

Cronau y Alejos tienen sueldos profesionales con el Amfiv, pero muy ajustados. El presidente, José Antonio Beiro, siempre les ha agradecido que hayan renunciado a ofertas mucho más suculentas para ayudar al club, donde Alejos se formó, en una etapa difícil de su historia. El material que necesita Cronau es de precio elevado. La silla de deportes difícilmente bajará de los 8.000 euros; la de paseo resulta apenas más barata. "Lo suyo sería encontrar una o varias empresas que quisiesen echar una mano", comenta sobre la búsqueda de apoyo. Activaría un crowdfunding "en el peor de los casos. Odio ir pidiendo dinero", lamenta la jugadora, enredada en sus propias antípodas.