Inmutable en su rigor, en su eficacia y en su practicidad, en la lectura de cada momento del partido, y casi inabordable cuando está en ventaja, la nueva era del Atlético de Madrid mantiene su esencia, con la que doblegó con un marcador apretado al Getafe con un testarazo goleador de Álvaro Morata.

El resultado, 1-0. Como tantas y tantas veces en los años anteriores, cuando estaban Godín o Griezmann. También con los trazos similares a tantas y tantas victorias en toda esta época de éxito. Marcó el gol en una de sus contadas ocasiones, en el minuto 23, y luego aguardó a su adversario, con el riesgo que eso supone a veces, con el susto de un tiro al larguero de Ángel Rodríguez, pero con casi todo controlado.

Entre medias, Morata, el goleador, falló un penalti para haber acomodado la ventaja y la victoria mucho antes, tras una maravillosa acción de Joao Félix, tan intermitente, incluso desaparecido a veces, casi todo el partido como extraordinario en ese instante. Después, con molestias en el gemelo izquierdo, se marchó lesionado.

El nuevo Atlético no es tan nuevo. En una era diferente, sin duda, por las salidas de futbolistas tan esenciales en su historia reciente como Godín, Filipe, Juanfran y Griezmann, tiene nuevo sistema, al menos en la primera jornada, el

4-3-1-2 con el que partió en el Wanda Metropolitano, sin Diego Costa, baja por sanción, y, por ahora, estrena ocho futbolistas en la presente temporada.

Tres desde la alineación. Nada más. Concretados en los laterales, con Kieran Trippier y Renan Lodi (expulsado en el minuto 42), que potencian una posición sin tantas herramientas y transcendencia en el último curso, y uno en el ataque: el aclamado Joao Félix. A su lado, Oblak, Koke, Saúl, Thomas, Morata, Savic, Giménez y Lemar.

Todo muy reconocible. La esencia, los mecanismos, siguen intactos. Quizá porque no van a cambiar tanto o nada o quizá porque todo está aún en rodaje. Hay matices. Por ejemplo, el rombo del medio, con Lemar entre líneas y las bandas liberadas para dar vuelo a los laterales, o la destreza con la pelota en algunos pasajes, capaz de desbordar desde el balón, la paciencia, como en el 1-0.

Nació de un pase largo. El desarrollo fue todo lo contrario; una serie de toques y una circulación larga que debió volver hacia atrás para tomar impulso hacia adelante, el que le dio Thomas, el elegido finalmente para el medio centro por delante de Marcos Llorente, cuando abrió hacia un certero Trippier. Su regalo en forma de pase lo recibió el ambicioso y ágil Morata, eficaz en su primer remate.