España se enfrentó ayer a otra de esas incómodas pruebas a las que un Mundial va sometiendo a un equipo para medir sus verdaderas opciones de éxito. Pero Serbia y su colección de bombarderos, aunque acosaron, no fueron suficientes para derribar a un equipo que mostró un apreciable aplomo para sostenerse en un partido en el que no fueron capaces de librarse de la amenaza balcánica hasta los últimos minutos, cuando Pol Valera, envió a la lona a los Boris Rojevic con una exhibición de recursos ofensivos. Ahí ya pudieron respirar tranquilos tras sesenta minutos en los que siempre fueron por delante con distancias cortas. Una persecución agónica en la que España demostró tener más resistencia que los serbios y un punto más de imaginación.

Solo en los primeros minutos España disfrutó de una diferencia cómoda en el marcador. Consecuencia de su rápida activación y de la defensa 5-1 que complicó la vida a los serbios, incapaces de encontrar a sus lanzadores. En esos instantes tampoco parecieron acusar la ausencia del lesionado Tarrafeta, básico en la dirección del combinado nacional. Pero como viene siendo habitual, los de Isidoro Martínez se secaron y Serbia apretó el marcador. Sin posibilidad de hacer entrar en juego a sus lanzadores, encontraron en el pivote la manera de dañar a España y así estrecharon un marcador que pudo ser peor si no llegasen sus frivolidades en el lanzamiento de siete metros o a la hora de provocar exclusiones, una de las claves del duelo. Porque Serbia sufrió ocho sanciones de esta clase por tres de España. Podrán argumentarlo como atenuante de su derrota, pero lo cierto es que muchas de ellas las buscaron de forma ridícula. Pero de un modo u otro el partido se le había empezado a enquistar a España que llegó al descanso con una ventaja de solo un gol (13-12).

En el segundo tiempo entraron en acción los bombarderos serbios que dieron un verdadero recital de su capacidad para armar el brazo desde más allá de los nueve metros. Milic, Tomic y Nikolic abreviaban ante una España demasiada hundida en ocasiones por temor a ese pivote que en el primer tiempo les había castigado. España se sintió amenazada por momentos (19-18, minuto 40) pero encontró una vía de escape gracias a Gonzalo Pérez. El extremo, casi infalible en los siete metros, acabó por imponerse en su duelo con Jandric, soberbio portero de los serbios y uno de los hombres del partido. El partido entró en los últimos diez minutos con casi todo por decidir. La ventaja de España apenas se movía del gol de diferencia y con 24-23 a falta de ocho minutos llegó el último tiempo muerto de Isidoro Martínez. Volvió a la pista Kilian Ramírez (que había estado casi inédito en sus minutos en la cancha) y el portero resultó providencial con un par de manos. Y en ataque el duelo lo inclinó Pol Valera en una demostración de recursos en ataque ante el que nada pudieron hacer los serbios que acabaron por agachar la cabeza y asumir su primera derrota del campeonato. España consigue con este triunfo la clasificación matemática para los octavos de final (otra posibilidad no se contemplaba) pero avanza invicta a la espera del duelo del lunes por el primer puesto del grupo con la potente Eslovenia. Días como el de ayer ayudan de cara a las batallas que vendrán la próxima semana.