España respira tranquila tras sufrir los primeros apuros de este Mundial. Se los provocó Túnez y los importantes "apagones" ofensivos que sufrieron los de Isidoro Martínez en cada una de las partes y que sirvieron para apretar un partido que parecía en manos de los españoles. Un asunto delicado que la selección júnior resolvió gracias a su mayor talento, pero que sirve como importante aviso de cara a lo que viene los próximos diez días. Una de esas lagunas aparece en otro momento del torneo y ya no aciertas a sacar la cabeza.

Y eso que España parecíó haber aprendido la lección de los últimos amistosos jugados con Túnez. Isidoro Martínez tiró de la defensa 5-1 que tanto daño les hace y tras un inicio con exceso de contacto -los africanos trataban de imponer su ventaja en la báscula- España no tardó en encontrar la manera de abrir las primeras diferencias en el marcador. Siempre llegando a seis metros, con Montoya y Zabala como primeros estiletes. Con 4-9 Túnez se vio obligada a pedir el primer tiempo muerto ante el riesgo de que el partido se rompiese. España desapareció mediada esa primera parte. Cometió pérdidas, erró lanzamientos, se desorganizó en defensa y el partido se apretó gracias a un parcial de 4-0 para Túnez. Después del plácido estreno ante Estados Unidos por primera vez se veían en problemas. Un momento clave en el que resultó decisivo Kilian Ramírez. El portero español hizo un final de primera parte soberbio. Es responsabilidad suya que los tunecinos no hubiesen sido capaces de ponerse por encima en el marcador. Tuvieron opciones para ello, pero se toparon con el guardameta canario que desesperó a los rivales, circunstancia que España aprovechó para asentarse de nuevo en el partido y encontrar los caminos conocidos que había abandonado para batir la notable portería tunecina. El partido volvió a romperse con un parcial de 0-6 para los españoles que les permitió llegar al descanso con un más que esperanzador 8-15.

A España le costó también entrar en el partido en el segundo tiempo. Túnez jugó en ataque de un modo bastante fluido que contrastaba con la rigidez que mostraban los de Isidoro Martínez. En los primeros doce minutos del segundo tiempo España solo fue capaz de hacer un gol. Túnez se acercaba. Los siete goles del descanso ya eran historia. La desventaja se movía alrededor de los 2-3 goles y eso gracias a que los africanos estaban realmente desacertados en los lanzamientos desde los siete metros. Otra prueba de nervios para España que, más transparente en defensa y con su portería menos acertada, encontró la solución en ataque por medio del extremo con Gonzalo Pérez Arce y en el centro con las fintas y la imaginación de Pol Valera. Ellos reventaron a Túnez que solo en los últimos cinco minutos comprendieron que no iban a ganar el partido. España había resistido, en gran medida, porque había minimizado los daños durante las dos lapsos de tiempo en los que directamente habían desaparecido de As Travesas. Por fortuna para ellos Kilian Ramírez se había quedado de guardia.