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balonmano campeonato del mundo júnior

"¡Aquí no cabe ni una persona más!"

Fernando Ruano, que formó parte de la comisión organizadora del Mundial de 1989, recuerda los llenos en los pabellones hace 30 años: "Hemos dejado el listón alto"

"¡Aquí no cabe ni una persona más!"

"Barrufet, Masip, Marín, Garralda, Urdangarín...". Fernando Ruano trata de rememorar la alineación de la selección española júnior que jugó el Mundial en Galicia hace 30 años y del que formó parte de la comisión organizadora. Aquel combinado se proclamó subcampeón del mundo júnior al caer en la final ante una Unión Soviética comandada por Talant Dujshebaev. Palabras mayores.

Treinta años después los ahora llamados Hispanos júnior vuelven a Galicia con la intención de luchar por el cetro mundial y colocando el foco en Vigo y Pontevedra. "Por aquel entonces el presidente de la Federación Gallega era mi amigo Ramiro Losada Bastos y yo estuve junto a él durante 22 años como director técnico", proclama Ruano. "Este año el Mundial es en Vigo y Pontevedra, pero hace 30 años lo hicimos por toda Galicia", rememora el pontevedrés afincado en Vigo, al que le tocó acompañar a la selección japonesa en Santiago y a la coreana en Lugo. "También estuvimos en Ferrol, A Coruña, Ourense...", apunta.

Precisamente de la ciudad ourensana guarda una curiosa anécdota del equipo americano. "Vinieron unos veinte o treinta estudiantes universitarios formando la selección y venían con su guitarra a tomar jamón y poco más", bromea.

"Al equipo español lo tuvimos en la Residencia Atlántico de Pontevedra y no quisieron cambiarse a otro hotel porque estaban allí encantados", recuerda. "Allí estaba entre ellos el famoso Urdangarín", incide.

Más selectos eran los asiáticos. "Después de estar conmigo en Lugo los de la Xunta los llevaron a la Pensión de la Pacheca, en Mourente. Vinieron a protestar y tuvieron que llevarlos a un hotel de Poio que acababan de inaugurar". Guarda miles de anécdotas.

La organización estuvo a cargo de la Federación Española y Gallega también hace 30 años. "Vino el equipo directivo de la Federación Española y trabajamos codo con codo". También apunta la aportación de la Xunta de Galicia, que por aquel entonces presidía Fernando González Laxe.

"Todo el mundo lo dice, que fue un éxito. Todo salió de maravilla", apunta Ruano. Incluso recuerda los llenos de los pabellones en los partidos más destacados. "En la final, que fue en Pontevedra, pusimos una placa en bronce que aún se conserva, que dice: 'A la mejor afición de España'". Precisamente, en esa final, una hora antes del inicio del encuentro entre España y la Unión Soviética recuerda que le dijeron a Ramiro Losada que había que cerrar ya las puertas: "No cabe ni una persona más". "Seguro que As Travesas, que acogerá la final, va a estar lleno también esta vez", anuncia. También guarda un grato recuerdo de los partidos que se disputaron en el pabellón de Chapela, que ahora lleva el nombre de Manuel Soto.

Además, de forma paralela, fue el propio Ruano el encargado de organizar un clinic de entrenadores en el Colegio Atlántico de Pontevedra. "Se habían anotado unos 70 técnicos y al final aparecieron unos 40, pero fue un éxito también". Guarda todos los datos de aquel Mundial de hace 30 años.

El listón ha quedado muy alto para la organización del evento de este año. "Vivo al lado de la Federación Gallega y voy a saludar al menos una vez al mes", sostiene.

Ese contacto le hace seguir de cerca los detalles de un evento que vivió entre bambalinas hace tres décadas. En sus visitas todavía puede observar tantos y tantos trofeos que logró con las categorías inferiores en diversos campeonatos nacionales. La nostalgia se apodera de él. "Entonces teníamos cuatro equipos masculinos en División de Honor y uno en la máxima categoría femenina; actualmente queda, de milagro, el Frigoríficos en Asobal", se lamenta. La radiografía actual se antoja desoladora. "El Octavio ha desaparecido, el Chapela está ahí abajo... ", dice resignado y orgulloso de la gestión que llevaron a cabo en su época. "Nosotros trabajamos bien y hemos dejado una huella", sostiene. "Dejamos la Federación con números positivos, saneada, los que entraron a continuación lo reconocen". En treinta años han cambiado mucho las cosas: "La vida es así. Nosotros estamos orgullosos de lo que hicimos".

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