Alex Morgan es algo así como la David Beckham del fútbol femenino. La estadounidense es la gran estrella mediática y deportiva del Campeonato del Mundo de mujeres. Entre otros hitors, ha sido la primera en marcar cinco goles en un partido de Copa del Mundo.

El 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, junto al resto de su selección, denunció a su federación por discriminación salarial. "Llega un momento en el que tienes que plantarte", aseguró por aquel entonces la delantera.

Morgan cobra alrededor de un 38 por ciento menos que los hombres por jugar con Estados Unidos. Sin embargo, la selección femenina es la primera del ranking FIFA, mientras que la masculina ocupa el trigésimo puesto. Es decir, es un equipo de segunda fila.

No obstante, Morgan es una privilegiada. Cobra de su club, Orlando Pirates, 33.198 dólares al mes. No solo es de las mejor pagadas, sino que forma parte del 1 por ciento de mujeres futbolistas que, según estimaciones de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (Fifpro), cobra más de 6.480 euros al mes.

Sueldos como el de Morgan en España no existen. Según la Asociación Española de Futbolistas (AFE), la media de salarios en los clubes de la Liga Iberdrola es de 400 euros. Muchos de los contratos que se firman son por horas, habitualmente diez. Y algunos ni siquiera son contratos profesionales.

Así se explica que de las 552 jugadoras de la Copa del Mundo de Francia solo tres sean madres. En España en la máxima categoría no hay ninguna. La razón es simple: no hay garantías. "Si te pagan 350 euros al mes no hace falta que te pongan una cláusula antiembarazo", asegura Mar Mas, presidenta de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP). "Hay un efecto intimidatorio", afirma María José López, de los servicios jurídicos de la AFE.

El gran problema del fútbol femenino es que carece de un convenio colectivo. Por ley, el salario mínimo de un futbolista varón de Primera es de 155.000 euros al año -la media es de 4,05 millones de euros brutos-. En Segunda, el mínimo son 77.500 euros y el medio de 283.057 euros.

Mientras tanto, las mujeres se rigen por el salario mínimo interprofesional. Es decir, 900 euros, una cantidad a la que rara vez se llega. "La ausencia de convenio colectivo es lo primero que chirría respecto a los hombres. No es solo la brecha salarial, es que no se reconocen los mismos derechos", dice López. La aprobación del convenio colectivo ha sido una de las disputas del año entre la Liga, la AFE, la Federación Española y la Asociación de Clubes de Fútbol Femeninos (ACFF). El año ha terminado sin que se pongan de acuerdo. Cabe decir que, como sucede en el masculino, el fútbol español vive en medio de una guerra entre la Liga (Javier Tebas) y la Federación (Luis Rubiales). De hecho, el organismo de Rubiales quiere puentear al de Tebas creando una nueva competición el año próximo. De los 16 clubes que juegan en la Liga Iberdrola, catorce están agrupados en la ACFF, que ya ha vendido los derechos televisivos de la actual competición. No están en esa asociación ni el Barcelona ni el Athletic Club. Se desconoce qué hará el Real Madrid.

La ausencia de convenio se traduce en una falta de garantías para las jugadoras. "No es solo la brecha salarial. Significa incapacidad para conciliar, vacaciones, y más derechos laborales. Si una jugadora se lesiona de gravedad, depende todo de la buena voluntad del club", clama María José López, de la AFE. "En España no hay mujeres futbolistas que sean profesionales", sentencia Mar Mas, de la AMDP.

No solo las jugadoras pagan el pato. También las árbitras de fútbol sufren el turbulento estado de la cuestión. Según el seminario de Mujer y Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, de los 15.000 colegiados federados en España, solo el 4,6 por ciento son mujeres. "Si un árbitro en Primera División puede ganar 300.000 euros al año, a lo mejor una mujer puede estar cobrando 3.000", lamenta Mas.

Recientemente, se publicó un estudio sobre el dinero que aporta la FIFA a los clubes femeninos por ceder a sus jugadoras para el Mundial. En total, el organismo internacional abona tres millones de euros a repartir entre 198 bocas. Es decir, 18 veces menos de lo que pagó por el masculino. No solo son migajas, sino que ha habido que esperar hasta 2019 para que la FIFA se decida a retribuir a los equipos para organizar la Copa del Mundo.