El tiempo, juez inapelable, daba ayer la razón a un Fernando Alonso que hace un año se embarcaba en la exigente empresa de simultanear el Mundial de Fórmula 1 con el de Resistencia. Era consciente el ovetense de que el McLaren no le iba a permitir estar en lo más alto y su ambición, su deseo de buscar los límites, de convertirse en el piloto más completo, le llevaba a probar fortuna con Toyota. El objetivo era doble: ganar en Le Mans, la considerada carrera más difícil y compleja del mundo, y ganar un nuevo campeonato. Y el objetivo está hoy más que cumplido, pues en esta supertemporada 2018-2019 del campeonato de Resistencia ha ganado las dos veces en las que ha competido en el mítico circuito de Le Sarthe y se ha adjudicado junto a sus compañeros del Toyota#8, el suizo Sebastian Buemi y el japonés Kazuki Nakajima, el título en juego.

Conviene ofrecer cuanto antes algunos datos con los que dar fe de la dificultad, el valor y la importancia de lo conseguido por el piloto asturiano. Hasta ahora sólo otro piloto español -Marc Gené, en 2009- había conseguido la victoria absoluta en las 24 Horas de Le Mans; sólo dos pilotos antes que Alonso habían ganado dos veces esta carrera en sus dos primeras participaciones, y de la última vez han pasado nada menos que ¡80 años!: el británico Woolf Barnato (1928 y 1929) y el francés Jean-Pierre Wimille (1937 y 1939), y nunca antes en la historia de la Federación Internacional de Automovilismo un piloto había logrado sumar en su palmarés tres mundiales en tres disciplinas distintas. Y, además, en tres décadas diferentes. Alonso fue campeón mundial de Karting en 1996, ganó el título de Fórmula 1 en 2005 y 2006, y suma ahora el campeonato de Resistencia. Tras el ovetense sólo aparece un piloto con dos mundiales en distintas categorías avaladas por la FIA: el noruego Petter Solberg, que ganó el mundial de Rallys en 2003, y el de Rally-cross en 2014 y 2015.

Triple corona -Karting, Fórmula 1, Resistencia- para un Fernando Alonso a quien aún le queda por sacarse la espina que tiene clavada con Indianápolis para cerrar el triángulo en las tres carreras más prestigiosas del planeta. Tiene dos triunfos en Mónaco (2006 y 2007) y dos más en Le Mans (2018 y 2019), y le restan esas 500 Millas para igualar la marca de Graham Hill.

La segunda victoria en Le Mans, la de ayer, llegó tras un golpe de fortuna que llegó cuando la carrera enfilaba su última hora (restaban 62 minutos) y todo parecía decidido a favor del Totoya#7 del británico Conway, el japonés Kobayashi y el argentino "Pechito" López, que aventajaban en más de dos minutos a sus compañeros de escudería y rivales, únicos, en pista. Lo cierto es que en esas 23 horas anteriores el T#7 había sido más rápido (Conway protagonizó una espectacular puesta en escena, batiendo dos veces consecutivas el récord del circuito para dejarlo en un estratosférico 3:17.297 en su cuarta vuelta a la pista) y Alonso ya advertía tras su primer relevo que les faltaba velocidad punta para luchar por la victoria.

En el garaje del T#8 lo habían intentado todo para nivelar la batalla, pero sin conseguirlo. Por breves momentos llegaron a estar hasta tres veces en cabeza gracias a los coches de seguridad, que unas veces te dan y otras te quitan, pero les faltaba velocidad punta en recta para mantener el tipo. Cambiaron dos veces el morro del coche y en otra la parte del alerón trasero. Nada. Hasta que bien entrada la noche un mecánico se dio cuenta de que la ventanilla derecha no cerraba bien y ahí se perdían esas décimas en cada vuelta.

La prueba, pues, parecía sentenciada cuando a falta de 62 minutos para que cayera la bandera el T#7 conducido por "Pechito" López se hacía a un lado de la pista. Caras de incredulidad en los dos garajes de Toyota.

El primero en darse cuenta de lo que sucede es Fernando Alonso, siempre pegado al monitor en sus descansos porque el campeón no descansa. "Está pinchado", advierte antes que nadie. Y la carrera da un vuelco. Mientras el argentino llega al garaje la ventaja se esfuma y Nakajima, a los mandos del T#8, ya es el primero en pasar por meta cuando se entra en la última hora de carrera. 25 segundos de ventaja para el japonés sobre el argentino. La cara entre los dirigentes de Toyota es un poema. Del final feliz repartiéndose los premios -carrera para el número 7, campeonato para el 8- a toda la gloria para Alonso-Buemi-Nakajima.