Después del Nadal-Federer, a medida que la tarde se iba haciendo más desapacible, comparecieron en la pista el serbio Novak Djokovic y el austríaco Dominic Thiem para desafiar a Nadal, pero entonces se abrieron los cielos y, cuando el austríaco avanzaba decidido a anotarse el tercer set frente a un serbio amenazado, se aplazó el partido hasta el día siguiente.

La decisión no gustó en el clan del austríaco, que dominaba 6-2, 3-6, 3-1 y servicio, mientras fue mejor recibida en el del serbio, que tardó poco en marcharse del complejo y que según algunos medios se marchó antes de que se decidiera la suspensión. Desde mucho antes pedía que se detuviese el partido .

Buenas noticias para el tenista español, que ve cómo su cota de favorito crece, por la fortaleza que muestra y porque su rival tendrá, como carga añadida, el descontrol del programa. El rival de Nadal habrá jugado tres días consecutivos antes de la final, que está programada al domingo aunque no se descarta que sea desplazada al lunes para compensar el cansancio.