Rafael Nadal festejó ayer su 33 cumpleaños en París, en vísperas de buscar sus duodécimas semifinales en Roland Garros, como único superviviente español en los cuadros individuales tras la eliminación de Aliona Bolsova. La jugadora de 21 años no pudo llevar más lejos el sueño que comenzó en la fase previa.

El Roland Garros de 2019 quedará para ella como la cuna de su eclosión, donde dejó las primeras pinceladas de genio ante tenistas de elevado nivel, todas ellas con mejor ránking, a las que fue descartando si perder un set. Hasta que se topó con el muro de una estadounidense de origen ruso que, con 17 años, ya se ha colado en la segunda semana de dos grandes, Amanda Anisimova, que la derrotó por 6-3 y 6-0.

La bandera española queda de nuevo pendida en Nadal, que celebró su aniversario y conoció a su próximo rival. Un pastel, como es costumbre. Frugal, porque el torneo no pierde comba y la duodécima semifinal aguarda si hoy martes derrota al japonés Kei Nishikori, como en 2013 en Roland Garros, como cada vez que el encuentro se ha disputado sobre tierra batida, como en diez de los doce duelos entre ambos.