Desde que nació, los coches y la competición formaron parte de la vida de José Prado. Su padre, Manuel Prado, al que todos conocían como el "Panadero" por su profesión, era piloto del Autonómico con su madre, Isabel, a su derecha. "Mi padre disputaba el Campeonato Gallego y alguna prueba del Nacional, sobre todo las de la zona, cuando el Rías Baixas formaba parte del Campeonato de España, o el de Ourense", dice el piloto nigranés.

Imposible evitar su pasión por las carreras. Una pasión que comparte con su familia, que actualmente es su mejor equipo de competición, además de ser sus más fervientes seguidores. "Desde que era pequeño siempre quise ser piloto. Mi vida son los coches y éste es mi sueño", sostiene. Un sueño compartido por todos los integrantes de su familia.

Actualmente trata de hacerse paso en el Autonómico y disputó su primera prueba de la temporada en el Rallye Rías Baixas, donde finalizó con muy buenas sensaciones. "Salí en el puesto 75 y acabé en el 48", dice. "En la Copa AMF, ademas, de 22 coches acabé octavo", añade.

Antes de tener el carnet de conducir, su destino lo condujo hacia los rallyes. Dejó incluso el fútbol para centrarse en el mundo del motor. "Jugaba en el Santa Eulalia y estaba incluso en la selección gallega pero lo dejé para irme de copiloto", rememora. Un amigo de su padre, Onésimo Martínez, se lo ofreció y no lo dudó. "Era lo que más me gustaba", afirma. Fue aprendiendo poco a poco y contó con el total respaldo de sus padres, que entonces tuvieron que firmar una autorización para permitirle competir siendo menor de edad.

En cuanto cumplió los 18 años adquirió su primer vehículo. "Mi padre dijo que había que comprar un coche y salir a correr", apunta el piloto de Priegue. Así que Manuel Prado ayudó a su hijo a adquirir su primer coche y le ayudó a prepararlo para correr en Portugal, donde "era más barato competir. "Mi primer coche fue un Corsa GSI", revela. "Lo acondicionamos a nuestra manera". Una subida en el país vecino fue su debut.

En Galicia su primera carrera fue la Subida a A Groba, en Baiona, donde su copiloto fue su cuñado, Iván Rodríguez. "Vino para probar en el mundo de los rallyes, pero no era lo suyo", afirma Prado. Su hermana Arancha también llegó a sentarse a su derecha en 2019.

A partir de 2010 empezó a tomarse más en serio su vocación, participando en las Copas de Promoción con un Suzuki. Ahora tiene un Peugeot 106, preparado por él mismo, con ayuda de su padre, de su mecánico José Antonio y de algún amigo. Todo en familia como siempre. Hasta su tía Patricia ejerce las labores de 'jefa de prensa'. "Es una máquina, como un ordenador a bordo", bromea Prado.

Tras iniciar la temporada en el Rías Baixas, con Miguel Agromayor como copiloto, ahora planea completar todas las pruebas del calendario autonómico, en el grupo X4 y dentro de la Copa AMF, aunque para ello es necesario contar con un respaldo económico importante. "Tengo apoyos de pequeños patrocinadores", asegura el piloto, que calcula que para cada prueba necesita un presupuesto de unos 2.000 euros. "Varía en función de si rompes el coche, las ruedas?", explica.

Las inscripciones, los entrenamientos, las asistencias, la gasolina, el hotel? Todo suma, y eso que él lo hace en familia. "Mi padre me ayuda todo lo que puede", dice Prado, que compagina su pasión por los rallyes con su oficio de camarero. "El mío es un coche de serie, básico, así que tampoco requiere una gran preparación", apunta.

Para despuntar, además, asegura que "en Galicia el nivel está muy alto porque hay pilotos muy buenos. Galicia es una cantera", pero él confía, aún así, en hacerse un hueco y poder lograr algo importante.

Ahora ya piensa en su próximo rallye, el Sur do Condado, que será el mes que viene. "Ya estamos en el lío. Se acaba uno y se empieza con otro", dice Prado, que lo que más valora de su faceta de piloto es "poder compartirlo con la familia": "Es estar todos juntos, todos intentan venir conmigo a todas las carreras y me animan". No hay mejor forma de competir.