La clasificación para la próxima edición de la Copa del Rey deberá esperar una semana. Los vigueses tenían ayer la posibilidad de certificar esa participación con una victoria ante el Unionistas -el otro equipo que disputa la plaza-, pero no cuajaron un buen encuentro y el empate sin goles fue un mal menor.

Jacobo Montes, entrenador del conjunto vigués, modificó el dibujo habitual del equipo buscando tener más presencia en ataque y generar más peligro ante la meta rival. Por ello colocó a Diego Silva y Manu Justo como jugadores más adelantados, con una línea de cuatro en el centro del campo para recuperar balones y salir al ataque. Sin embargo, la idea no salió bien. El Unionistas plantó unas líneas adelantadas para ahogar la zona de creación del Coruxo, y los vigueses lo pasaron mal. Perdieron el norte en el centro del campo y se buscaba un fútbol directo renegando del juego combinativo y de toque que dio tantas alegrías a lo largo de la temporada.

La suerte para los vigueses fue que el mayor control del esférico por parte de los salmantinos no tuvo reflejo de cara a la portería, ya que Alberto casi no tuvo trabajo durante el primer tiempo. Únicamente un remate de Ribelles que se estrelló en el travesaño, tras tocarlo el cancerbero vigués, fue lo más reseñable en el juego ofensivo del Unionistas.

Pero el problema no era el equipo rival, sino el propio Coruxo. Todo pudo cambiar a los diez minutos de juego, tras una buena jugada de Diego Silva por la banda izquierda de su ataque, que el portero salmantino tocó lo justo para desviar el esférico a córner. Esa, y una doble ocasión que finalizó con un remate de Pitu a la media hora de juego, fueron las ocasiones más destacadas del Coruxo en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego.

Los vigueses consiguieron entrar en el partido en la recta final de la primera parte. No era un dominio claro, pero por lo menos conseguían que los salmantinos no tuvieran tanto control del balón y el juego estuviera mucho más repartido. Tal y como se estaba desarrollando el juego, el encuentro caminaba hacia un empate sin goles o, en todo caso, a resolverse en una jugada aislada a balón parado, pero ni faltas hubo casi en la frontal del área.

La peor parte se la llevaron las dos aficiones que ayer acudieron al campo de O Vao. A pesar de no cesar de animar durante todo el encuentro, no pudieron disfrutar de la magia del fútbol que son los goles, pues la mayor parte del juego se desarrollaba en el centro del campo, con el balón circulando de un lado hacia el otro sin demasiado sentido.

No cabe duda de que lo mejor que le pudo pasar al partido fue que el colegiado señalara el camino del vestuario. Los dos entrenadores intentaron modificar el juego de sus equipos, y en el caso del Coruxo lo consiguió Jacobo Montes. Los primeros minutos de juego de los vigueses fueron totalmente diferentes a los de la primera parte. Parecía otro equipo totalmente diferente, consiguiendo que los salmantinos tuvieran que incidir en su trabajo defensivo para evitar que se rompiera la igualdad inicial.

La mejor ocasión fue para Juampa Barros, que a los cinco minutos de la reanudación se colocó por la banda izquierda de su ataque para conectar un potente disparo que obligó a Carlos Molina a intervenir con mucho acierto, desviando el balón a córner. Insistió de nuevo el interior vigués con un potente disparo, diez minutos más tarde, que obligó a Molina a despejar con los puños para evitar complicaciones y sustos inoportunos.

Pero a partir de ese momento el Coruxo se volvió a diluir. Era como si el intenso calor que azotaba el campo de O Vao pasara factura, ya que tampoco los salmantinos estaban cómodos sobre el terreno de juego. Poco a poco la intensidad de los primeros minutos de la segunda parte se fue perdiendo, y el partido volvió a la fase del primer tiempo en el que el balón circulaba en el centro del campo sin demasiado sentido y sin peligro en las porterías.

Jacobo Montes metió en el campo de Borja Yebra con la intención de que el Coruxo recuperara su identidad a la hora de la creación del juego ofensivo desde la zaga, pero el esfuerzo pasaba factura y las sensaciones ya no eran las mismas. Fue como si inconscientemente los dos equipos firmaran una tregua en la que nadie cometiera el atrevimiento de marcar, dejando todo para el próximo fin de semana.

Al Coruxo le espera una dura salida ante una Cultural Leonesa, que no se juega nada al haber perdido sus opciones de disputar la próxima fase de ascenso a Segunda División.