José Antonio Beiro, Chechu, no se ha conformado con enterrar en tierra la herencia que le entregó su tío. Como en la parábola de los talentos, ha intentado alimentarla para hacerse digno de ella. Chechu se crio sobre el regazo de Pablo. Ha crecido a la par que el Amfiv, del que ha sido mecánico, ayudante, transportista, director deportivo y a la postre mandatario tras el fallecimiento del fundador en 2015. A su memoria se le dedicó el primer título del club, que tantas veces se había acariciado antes.

El palmarés se quiere engordar de inmediato. Pero ya ser anfitrión incrementa el prestigio del club. "Organizativamente estamos muy contentos con cómo está saliendo todo", valora Beiro. "Deportivamente estamos muy expectantes. Las previsiones no son ni buenas ni malas, sino ilusionantes. Queremos jugar el domingo y ojalá que sea la final".

"El nivel es mucho mayor que hace dos años, sobre todo por la presencia de los equipos turcos", advierte el dirigente, que de los suyos indica: "El equipo es raro. En Liga nos costó con los rivales de abajo. Con los de arriba competimos mucho y muy bien. Es un poco la incógnita. Veamos cómo sale el viernes".

Beiro no frena la ambición de sus jugadores: "Es lo primordial, querer hacerlo todo tan bien como en la edición anterior. Es difícil frenar a los que ya la ganaron y quieren repetir. Los que no quieren ganarla también. Frenarles ese ímpetu es complicado".

Es optimista respecto a la respuesta de la afición: "Creo que va a responder mejor incluso que en 2017 por el 'feedback' que nos está llegando. Más peticiones de invitaciones, acreditaciones, la publicidad de Príncipe y en los autobuses... La gente está más enterada".