El consejo de administración del Real Club Deportivo de A Coruña, encabezado por su presidente Tino Fernández, anunció ayer lunes la convocatoria de una junta general extraordinaria de accionistas para renunciar en bloque "para proceder al nombramiento de un nuevo equipo de gobierno".

El club deportivista informó que la decisión se ha tomado tras la reunión del consejo y que ya "se han dado instrucciones a la asesoría jurídica para que en el menor plazo posible se publiquen los anuncios oficiales y dicha junta se celebre".

"El consejo de administración del Real Club Deportivo quiere pedir a todo el deportivismo el máximo apoyo en lo que resta de temporada para que se puedan alcanzar los objetivos, todavía materializables, de sus dos principales equipos: el ascenso del Real Club Deportivo a LaLiga Santander y el del Deportivo Abanca a la Liga Iberdrola", señaló el conjunto gallego.

El consejo de administración del equipo coruñés está formado por Tino Fernández, presidente desde 2014, Enrique Calvete Pérez, Juan José Jaén Rodríguez, Martín Pita López, Daniel Ramos Lobón y Ramón Piña Martínez. Todos ellos habían recibido el respaldo casi unánime de los accionistas el pasado verano para liderar el club hasta 2023.

En la actualidad, a falta de siete jornadas para la conclusión de LaLiga 1/2/3, el Deportivo, que lleva cinco jornadas sin ganar y con las últimas tres con derrota, marcha séptimo, fuera de los puestos de 'playoff', a cuatro puntos del quinto (Mallorca) y el sexto (Málaga), y a diez de la segunda plaza que da el ascenso directo y que ahora ocupa el Albacete.

"Hemos tocado fondo", aseguraban los jugadores del Deportivo hace quince días a la conclusión de la derrota con el Rayo Majadahonda (0-2), que supuso la destitución de Natxo González, pero se equivocaban. Con otras dos derrotas consecutivas, el equipo va hacia el abismo sin saber dónde está el límite.

Los números son contundentes. Ya son nueve las jornadas (sin contar el partido con el Reus) en que el equipo no ha conseguido imponerse, solo ha logrado una victoria en Riazor en todo 2019 (2-0 ante el Albacete el 20 de enero) y ha perdido los tres últimos encuentros, dos de ellos como local.

Las sensaciones, tampoco son mejores. En el césped, el equipo ha perdido la eficiencia y regularidad y está lejos de la versión con que comenzó la temporada y que avalaba su favoritismo al ascenso directo. Ahora, concede goles, incluso el más seguro, el portero, Dani Giménez, comete un error estrepitoso, y en el área rival no acierta cuando crea ocasiones.

El fútbol no fluye en el Deportivo. Dejó de hacerlo con Natxo González y no lo ha recuperado, salvo momentos de los partidos, con José Luis Martí, que ha debutado con dos derrotas.

Al equipo se le nota atascado, asfixiado, ansioso en su campo, incapaz durante muchos minutos de encontrar vías claras en ataque mientras siguen los giros de tuerca sin éxito desde el banquillo y que afectan, sobre todo, a la columna vertebral, el centro del campo.

La grada apoya en su mayoría, pero algunos no tardan en silbar (ante el Extremadura, a los siete minutos). Más cerca de la unanimidad, al final del partido, la música de viento salió de todas las gradas y se escucharon cánticos de dimisión para la directiva.

Con todo ese poso, el Deportivo en caída libre (colista de las últimas diez jornadas sin contar los puntos del Reus) ha desaparecido de la mayoría de las quinielas del ascenso a Primera ahora que está a cuatro puntos de la promoción y a diez del segundo puesto.

Por delante, y con el ascenso directo prácticamente imposible, el Deportivo afrontará siete jornadas en las que debe intentar recuperar una inercia ganadora que refuerce el crédito de un equipo que, a día de hoy, desconoce dónde está el fondo del precipicio al que ha caído. La decisión del consejo de administación de dimitir añade además incertidumbre a nivel institucional.