Se reencontraba Zinedine Zidane con su pasado más amargo buscando una victoria que le permitiera pasar página y olvidar aquel episodio de enero del 2018, cuando en su primera etapa en el banquillo el Leganés se impuso 1-2 en el Bernabéu durante la vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey. La eliminación del torneo hizo mella en el galo hasta el punto de acabar mencionándolo como algo a olvidar cuando hizo balance en la rueda de prensa de su despedida del club.

Estaban avisados los visitantes pues en ese verde habían derramado puntos este curso conjuntos como el Barcelona, el Atlético, el Sevilla o el Valencia. Por ello salieron serios, firmes para no doblarse ante el ímpetu inicial del anfitrión. Al otro lado un cuadro blanquiazul acomodado y contemplativo solo cruzaba la frontera para salir a la contra al robar en zona delicada.

Cuando varios desembalaban el bocadillo pensando en el descanso, un esférico rechazado lo atrapó Jonathan Silva en la penumbra de la media luna. El argentino, que venía de anotar un gol tan bello como indescriptible en Mendizorroza, hizo diana pese a Keylor.

El revés lo dejaron los madridistas en la percha del vestuario para salir con fuerzas renovadas y en solo cinco minutos igualaron. Modric congeló el tiempo al borde del área y, ante el escrutinio de tres zagueros, le regaló un balón de oro a Benzema, que acertó a la segunda.

El desenlace parecía depender de un Madrid que optó por llevar la iniciativa. No le bastó con el dominio territorial, la voluntad y un zapatazo de Marcelo que repelió Cuéllar. Incluso pudo perder, pero a En-Nesyri se le anuló un tanto por fuera de juego. Así el Real Madrid acabó certificando un empate anodino en el largo camino hasta el final de la temporada.