El Real Madrid encara en tierra de nadie la visita del Eibar al Santiago Bernabéu, tras encajar la primera derrota desde el regreso de Zinedine Zidane al banquillo, que terminó de enterrar las remotas opciones de meterse en la pelea por el título.

El equipo busca motivaciones en la crispación y sus aficionados cuentan los días para el final de temporada. Nada les ilusiona ya, y menos después de ver nuevamente caer a su equipo en la visita a Mestalla, en un reencuentro con la impotencia ofensiva. El día que podía lanzar el mensaje de que lo seguiría intentando hasta el final acabó encajando su decimoquinta derrota de un curso para el olvido.

Zidane defiende la imagen mostrada ante el Valencia. Analiza la falta de pegada y busca soluciones inmediatas. De momento devolverá la titularidad a Gareth Bale en el tridente ofensivo, que medita si completarlo con Isco Alarcón o Marco Asensio. Comprensivo ante el hastío del madridismo, el técnico pide respeto para los que lo ganaron todo porque prevé un nuevo juicio individual desde la grada. Ayer, preguntado por algunos nombres, simplemente dijo que Hazard era un jugador que siempre había "apreciado".