Recoger el dorsal. Es un trámite sencillo, pero también necesario para poder competir en la edición de la Vig-Bay que se celebra el domingo. También el 'pasaporte' especial para una prueba cargada de simbolismo. El Verbum, ubicado en Samil, fue el escenario donde los organizadores comenzaron a repartir los números Las caras de ilusión y la satisfacción se sentían partes iguales en un ambiente deportivo. Muchos acudieron con su familia. También los más pequeños formaban parte del paisaje, como queriendo simbolizar que el futuro parece asegurado.

Los organizadores tenían todo previsto. Varias mesas y un grupo de personas evitaron que se formaran colas. Siempre había alguien dispuesto a ayudar. Como en las carreras. El trasiego de deportistas fue constante bajo la atenta mirada de Eduardo Vieira, promotor del evento. No perdió detalle y habló con cada persona que se le acercaba.

Entre los que cumplimentaron sus requisitos se encontraban los componentes del Club Running Lusekelo, que forman parte de una entidad benéfica que recauda fondos para realizar ayudas solidarias. Sus quince componentes han disputado varios maratones y en la Vig Bay tienen el desafío de terminar todos la prueba. En su larga trayectoria, ninguno de ellos ha tenido que abandonar. "Es una presión extra", dicen.

Dos grandes fotografías ejercían de lugar ideal para dejar constancia gráfica de poder participar. En esos lugares se realizaron cientos de instantáneas. Recuerdos que comienzan a acumular en las mochilas de algunos.

Como las camisetas que repartió la organización, las bolsas y también la información necesaria para que los deportistas tuvieran plaza en los autobuses que volverán de Baiona hasta Vigo una vez finalice la prueba. Todo parece controlado y en orden en espera de la gran cita atlética.

La cuenta atrás comenzó para aquellos que buscarán el triunfo y también los acuden a la prueba a disfrutar. Todos destacan la dificultad, pero también la pasión por formar parte de un pelotón histórico. Se cumplen ya 20 años desde que comenzó su andadura la Vig Bay y transmite buenas sensaciones para el futuro, al menos así era evidente en los rostros de jóvenes y veteranos que se pasaron por el Verbum para cumplir con un ritual que se repite y forma parte de la simbología. La prueba que une y Vigo y Baiona también cuenta con el aliciente de disputarse por un escenario con espectaculares paisajes, según los participantes.