El Ribadumia cosechó el empate más amargo de la temporada. Cuando todo lo que sonase a sumar un punto ante el líder de la categoría significarían buenas noticias, lo cierto es que la forma en que se produjeron las acontecimientos en A Senra ante el Bergantiños suena a decepción. Un sentimiento que afloraba en el vestuario y la afición local al término del encuentro y que se conjugaba con el enfado más absoluto con una actuación arbitral que ni la más meridiana imparcialidad puede defender.

Cual tablero de ajedrez cambiando los cuadrados de colores por un perfecto tapete verde, los dos equipos dispusieron de trabajados dibujos tácticos con el objetivo común de dominar la parcela central. La batalla se presentó tan equilibrada de único que la presencia en ambas áreas pasó inadvertida.

A argumentos futbolísticos nada le estaba envidiando el Ribadumia al líder de la categoría. Y es que cuando a los locales le tocaba tener la pelota salvaban con precisión cirujana la presión carballesa con un Óscar Iglesias eligiendo con criterio cada una de los buenos aportes a la fluida circulación de balón. Los de Miguel Figueira, por contra, apenas conseguían alimentar su ataque ante la bien posicionada defensa local.

Una falta lateral excelentemente botada por Tomás Abelleira dio sentido a la estrategia para que Diego Abal cabecease a gol en el segundo palo. En ese nuevo escenario el Ribadumia buscó castigar la espalda de una defensa muy adelantada. Así llegó lo que pudo ser el 2-0 cuando Santi mandó un perfecto envío al desmarque de Hugo Soto para plantarse en duelo individual ante Cristopher y del que salió airoso el guardameta para lamento general.

Curiosamente la segunda parte empezó con una acción similar y con idénticos protagonistas, pero el delantero local volvió a precipitarse en la definición.